¿Y que el Estado decida?

Me llama la atención y es de ponernos en alerta, lo que sucedió esta pasada semana donde una bebé de apenas 8 meses de edad fue asesinada por el Estado Ingles.

Por si no siguió las noticias, la pequeña Indy Gregory padecía de un trastorno metabólico conocido como enfermedad mitocondrial, lo que provocaba que sus células no puedan producir suficiente energía para llevar a cabo sus funciones vitales, y requería de medicamentos y aparatos para sobrevivir mientras se lograba encontrar para ella un tratamiento o cura, sin embargo, el Estado decidió, sin tomar en cuenta el deseo o la decisión de sus padres, el quitarle el apoyo vital, aún y cuando Italia había otorgado a la pequeña la nacionalidad italiana a fin de otorgarle alternativas para su padecimiento y con ello darle una posibilidad de vida que no le costaría a Inglaterra, lo que gustosos aceptaron sus padres, quienes peleaban con todas sus fuerzas contra la decisión arbitraria del Estado Ingles de asesinar a su hija.

Los Tribunales Ingleses determinaron que no iban a permitir que la pequeñita fuera a Italia a buscar salvar su vida pues consideraban, según los diagnósticos de los médicos ingleses que su “calidad de vida seria extremadamente limitada”. A pesar de que Italia se comprometió a absorber todos los costos de traslado y tratamiento, y de la elección de los padres de aceptar la ayuda, Inglaterra mata a la niña quitándole la posibilidad de una oportunidad de vida y violando el derecho de los padres al ejercicio de la patria potestad.

Esto es grave, porque ya los gobiernos ni siquiera disimularán el interés que tienen de matar a los que consideren no tienen derecho a vivir, hemos peleado tanto por el derecho a matar a los que no tienen voz, hemos gritando tanto y permitido que griten tanto para establecer como derecho el matar a los más vulnerables, en lugar de pelear por el principal derecho que es el derecho a vivir, que ahora el Estado se siente con la autoridad de matar a quien considere “más adecuado que muera”, sin dar la oportunidad de intentar con todo y por todo vivir, mostrando una urgencia en seguir expandiendo la cultura de muerte que como ciudadanos hemos ayudado a establecer al seguir guardando silencio y tolerando la cultura woke diseñada para matar todo lo que genere vida humana en este planeta.

Lo preocupante es que hoy fue una bebé inocente de 8 meses que requería ayuda artificial para sobrevivir y su pronóstico de vida iba contra toda probabilidad humana, olvidando que la ciencia se ve avergonzada infinidad de veces por la capacidad de adaptación y subsistencia humana, pero mañana podemos ser tu o yo por el simple hecho de un mal diagnostico médico o una necedad Estatal de no querer invertir en nuestro derecho humano a al acceso a la salud.

Toleramos demasiado la cultura de muerte creyendo que con eso tolerábamos la libertad de elección humana, sin darnos cuenta de que en esa aparente tolerancia estábamos firmando nuestra propia sentencia de muerte y la de nuestras generaciones, porque aunque parezca que es algo que pasa en el otro continente, esta tan cercano a nuestro México como cuando tome su boleta de votación y marque con una “x” el camino de  nuestra patria al elegir gobernantes que son verdugos de los objetivos internacionales de destrucción humana, que si, cada día suena menos descabellado el plan conspiracional de acabarnos por todos los medios posibles con la ley en mano.

Se mató a una bebé, hoy no fuiste tu ni yo, ni tus hijos o mis hijas, pero mañana, mañana podría tratarse de nosotros si seguimos sin exigir vida y no muerte para nuestra nación, si seguimos dejando que el Estado se rija por la cultura de muerte que se aferran a imponernos.

Lic. Ruth Sánchez Hernández

Despierta México, eres el águila que devora serpientes

Por: Redacción2
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