Y vivieron felices para siempre...

En el tejido de nuestra sociedad, se teje una promesa cultural profundamente arraigada en el inconsciente colectivo, sugiriendo que la llave de la felicidad está en lo externo, encapsulada en la famosa frase de los cuentos de hadas: “Y vivieron felices para siempre”. Esta “promesa” permea y modela el comportamiento de muchos, promoviendo la idea de que alcanzar la felicidad significa lograr ciertas metas  como: casarse, triunfar en la carrera profesional, acumular riqueza o vivir la vida que las redes sociales y las películas nos presentan como  el sueño ideal.

Desde que somos niños , nos vemos influenciados por las narrativas de películas, telenovelas y cuentos, identificándonos con personajes y tramas que nos venden sueños y expectativas. La historia de Blanca Nieves, por ejemplo, puede inculcar en muchas mujeres la esperanza de ser encontrada por su príncipe azul, mientras que los hombres pueden aspirar a ser el héroe valiente que rescata a su amada, creyendo que su valor radica en  solo proveer y proteger.

Estas ideas, inculcadas por nuestros mayores en la niñez, se convierten en las expectativas con las que navegamos nuestras relaciones adultas, a menudo limitando nuestra identidad, valores y aspiraciones, y me atrevo a  decirlo por que cuantos de ellos  sueñan con  ser alguien distinto a lo que se está dedicando. Las mujeres pueden esperar ser "rescatadas" por su pareja ideal, mientras que los hombres pueden sentir la presión de generar riqueza y ser el héroe apreciado por sus logros. Aunque esta visión pueda generalizar, basta con observar la sociedad para ver la influencia de estos cuentos de hadas en nuestras vidas  y como entre platicas entre hombr4s y mujeres  “compiten” con quien tienen el mejor héroe….

Reconocer estos patrones disfuncionales es el primer paso para vivir auténticamente. Estos esquemas, basados en lo que absorbimos en la infancia, moldean nuestras expectativas futuras y afectan nuestro presente, a menudo conduciendo a relaciones insatisfactorias que prometían ser la llave de la felicidad.
Invito a reflexionar sobre quiénes deseamos ser en nuestras relaciones. La clave está en convertirse en la persona con la que queremos estar. La atracción de similares sugiere que si buscamos dependencia emocional, probablemente encontraremos relaciones dependientes; si fomentamos el conflicto, viviremos en un ciclo constante de discordia.
Imagina relaciones basadas en la presencia compartida, nacidas del silencio y culminadas en serenidad, donde el amor y la conexión profunda florecen. Imagina apreciar y celebrar la singularidad de cada individuo, creando espacios sagrados de encuentro y nutrición mutua.

Nunca es tarde , siempre estamos a tiempo …….

Para lograr relaciones funcionales y enriquecedoras, es crucial estar conscientes de cómo nos presentamos en ellas, buscando elevar nuestra presencia y conciencia. Dejar de lado los patrones pasados y estar abiertos a aprender nuevas formas de relacionarnos es fundamental para vivir con la serenidad que nuestro mundo necesita.

La verdadera felicidad se encuentra en la honestidad y la integridad con uno mismo, independiente de factores externos. Al cultivar relaciones basadas en estos principios, no solo evolucionamos personalmente, sino que también contribuimos a un tejido social más auténtico , satisfactorio y sano , que sin duda estará de cargada  de respeto y congruencia

Con todo mi cariño

Érika Rosas

Por: Redacción2
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