La sociedad argentina se une y le pone un freno a Javier Milei: “La educación pública no se toca”

Los cientos de miles de personas que se manifestaron a lo largo y ancho de Argentina contra el ajuste universitario le hicieron saber al Gobierno que la educación es un derecho que no están dispuestos a ceder.

El presidente Javier Milei acusó el golpe y se comprometió a garantizar los fondos para el funcionamiento de las universidades nacionales.

¿Por qué las marchas del pasado 23 de abril fueron históricas y qué se esconde detrás del rechazo de Milei a la educación pública? 

“Lágrimas de zurdos”.  Esa fue la primera respuesta del presidente argentino, Javier Milei, a las multitudinarias marchas que tuvieron lugar el pasado martes 23 de abril en todo el país en defensa de la educación pública. Con esas tres palabras escritas en sus redes sociales, el mandatario de extrema derecha volvió a ubicar el debate sobre el acceso gratuito a la educación como una cuestión ideológica y partidista. 

Pero, en las calles, las históricas manifestaciones en rechazo al ajuste presupuestario del Gobierno a las universidades nacionales demostraron que la defensa de la educación pública no tiene colores políticos. 

“Yo voté a Milei, pero la educación pública no se toca. ¿Por qué cambiar una de las pocas cosas que funcionan bien en este país?”, se pregunta Claudia, una egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que participó de la movilización que se llevó a cabo en la capital argentina y a la que asistieron unas 800.000 personas, según los organizadores. 

El caso de Claudia es apenas uno de tantos. Las marchas convocaron de manera genuina a personas de distintos partidos políticos que le hicieron saber al Gobierno que la educación es un derecho que no están dispuestos a ceder. 

Incluso periodistas de posiciones más conservadoras fueron críticos con la política educativa de Milei.

Milei “reunió en un reclamo a gente que no se unía"

El periodista Eduardo Feinmann, exalumno de la UBA, dijo en su programa de ‘La Nación +’ que le hubiera gustado asistir a la marcha. Luego, en una columna para ‘Infobae’, acusó al Gobierno de “minimizar y desacreditar las protestas”. 

“La adhesión de ciertos dirigentes políticos cuestionables a la causa no ha podido opacar el hecho de que la verdadera voz protagonista ha sido la del pueblo: estudiantes que regularmente marchan y aquellos que raramente se suman a protestas, ciudadanos universitarios y no universitarios, familias enteras, con niños, padres y abuelos incluidos. La manifestación no ha sido un acto político, sino un clamor popular”, afirmó en ‘Infobae’ el abogado graduado de la UBA. 

En la misma línea, el politólogo Leandro Cahn destacó la diversidad que tuvo el reclamo. 

“Fue tan masiva, tan diversa, tan policlasista, tan multipartidaria, tan alegre, tan tranquila y tan clara en el reclamo, que no importa lo que digan de cantidad o de quienes convocaron. Fuimos tantos que sabemos cómo fue. Que se queden hablando solos”, escribió en su cuenta de X el también director ejecutivo de la Fundación Huésped. 

Al respecto, en diálogo con France 24, el licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA y especialista en Educación y Tecnología (FLACSO) Javier Jamui cree que Milei, sin querer, “reunió en un reclamo a gente que no se unía, entre ellos todo el arco de la oposición y hasta gente que lo votó”. 

Que sus votantes se hayan manifestado en defensa de las universidades públicas es, para el experto en educación, una advertencia de que “no puede hacer todo lo que quiere sin pasar por el Congreso y sin que la sociedad lo avale”. 

“Esto es una marca, un punto de inflexión y un límite sobre algunas cuestiones que en la sociedad argentina ya estaban dirimidas. La educación pública es un valor. El Conicet -agencia gubernamental dedicada a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina- es una institución valorada a nivel mundial. La UBA, con todas sus falencias, es un lugar respetado y querido por la sociedad”, agrega Jamui. 

Sin embargo, desde el Gobierno insisten en que se trató de una movilización partidista. Así lo expresó el vocero presidencial, Manuel Adorni, en una de sus habituales conferencias de prensa. 

Pese a que reconoció que fue una manifestación “genuina” de la sociedad, acusó a dirigentes políticos de convertirla en una “marcha política opositora”. 

También aseguró que el Gobierno no tiene intención de cerrar las universidades públicas y que lo que buscan es auditarlas.? 

“Solo es sostenible una educación pública de calidad en el camino que estamos transitando, de equilibrio de las cuentas públicas y, por supuesto, de las auditorías que creamos convenientes en pos de entender un poco en qué son utilizados los fondos”, indicó el portavoz presidencial, el pasado 24 de abril. 

Milei y su rechazo a la educación pública 

El día después de las marchas, el presidente se comprometió a “garantizar los fondos para el funcionamiento de las universidades”. Y, al igual que Adorni, dijo que su Gobierno auditará cómo se utilizan esos fondos. 

“Porque ese dinero surge del esfuerzo que hace la mayoría de los argentinos que vive debajo de la línea de la pobreza y no puede ni debe ser utilizado para engordar los bolsillos de algunos que han hecho un negocio de la educación pública”, escribió en su cuenta de X. 

El anuncio es una clara muestra de que al Gobierno le entró la bala tras las multitudinarias manifestaciones a lo largo y ancho de Argentina.? 

De todos modos, es sabido que Milei no apoya la educación pública. En reiteradas oportunidades la ha acusado de “adoctrinar” y “lavar cerebros”. Considera que el mejor modelo es el privado y en su ideal está introducir para la educación universitaria un sistema de vouchers, como el implementado en Chile durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. 

En un encuentro de empresarios el pasado 26 de marzo, aseguró que la “educación pública en Argentina ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”. 

También denunció “adoctrinamiento” en la UBA y persecución contra los estudiantes de la institución alineados a su partido, el ultraderechista La Libertad Avanza. 

“Se metió con el enemigo equivocado” 

El decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Guillermo Durán, calificó de “absurdas” las acusaciones del mandatario liberal. 

“En la Universidad de Buenos Aires se escuchan todas las voces y se estudia a todos los autores. Hay libertades políticas de todo tipo, cualquier ideología puede ser defendida. Todas las ideologías están arriba de la mesa y cada uno defiende la que más le gusta, con absoluta libertad”, declaró a France 24. 

Como defensor del anarcocapitalismo, Milei se resiste a la intervención del Estado en la economía. Su ideología aboga por una reducción significativa del papel de los gobiernos en la esfera pública. 

De todas maneras, la socióloga Lucía Cavallero cree que la cruzada de Milei contra las universidades públicas “no solo está dada por las políticas ultraneoliberales que apuntan a reducir el déficit fiscal y a recortar el presupuesto”. 

“Hay un particular ensañamiento con la universidad pública porque es identificada por la ultraderecha como un espacio de adoctrinamiento”, explica a France 24 la licenciada en Sociología e investigadora de la UBA. 

“El totalitarismo de mercado del que estamos siendo víctimas identifica cualquier espacio que tenga o que dé la posibilidad de pensar por fuera de una lógica mercantil como un lugar de adoctrinamiento”, agrega. 

Por su parte, para el sociólogo, docente e investigador del Conicet Diego Murzi, el pensamiento crítico que surge de las universidades públicas no es del agrado del presidente. 

“No es funcional a los proyectos neoliberales y, en este caso, de la derecha o extrema derecha. Hay una idea de que está financiando a sectores que son muy críticos de este gobierno y de lo que representa”, explica a France 24. 

En esa línea, la socióloga Karin Davidovich apunta que las facultades públicas estimulan el pensamiento crítico y que el Gobierno lo toma como una “amenaza a su autoridad”. 

“Milei confunde pensamiento crítico con adoctrinamiento”, dice a France 24 la licenciada en Sociología por la Universidad de Minnesota y doctora en Filosofía por la Universidad de Vanderbilt. 

Mientras que para el doctor en Antropología social (UBA) e investigador del Conicet José Garriga Zucal, el presidente ve a la educación como un gasto en vez de una inversión.? 

“La educación pública y el sistema de ciencia y técnica son inversiones, pero el presidente los entiende como un gasto que, además, no puede comprender por una cuestión ideológica. Esa cuestión tiene que ver con cómo habla para su tribuna, cómo le habla a los convencidos de que nosotros, los del sistema de ciencia y técnica, somos todos zurdos que estudiamos cosas que no sirven”, señala a France 24. 

Según el antropólogo, el problema de Milei es que “dialoga con actores que piensan más o menos lo mismo que él y que no tienen mucho fundamento”, lo que dificulta el debate sobre lo que sirve y lo que no.  

La socióloga Davidovich sostiene, por su parte, que la masiva respuesta de la sociedad contra el ajuste universitario demostró que Milei eligió el “enemigo equivocado”. 

“Veremos si esto es una lección. De todos modos, el pueblo argentino ya le envió un mensaje: la educación pública no se negocia”, concluye. 

Con información de Proceso.

Por: Edición 10
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