¿Justicia social o clientelismo? Programas sociales, en debate

La obsesión del panismo con los programas sociales da para caso de estudio. Primero no los apoyan; luego que sí; luego proponen que sean temporales; después proponen más programas; posteriormente hasta piden al INE que gaste dinero en aclarar que no son políticas públicas exclusivas de Morena.

La realidad es que el panista promedio sostiene la ideología que asume que las personas que reciben programas sociales son flojas y solo viven de estirar la mano. Los panistas, cuando no son tiempos electorales, califican peyorativamente como demagógica a la política social de la 4T.  Recordemos algunos de los dichos de diputadas y diputados del PAN cuando se elevaron a rango constitucional los programas sociales para millones de hogares mexicanos que habían sido olvidados por décadas:

“De ninguna manera vamos a ser parte de este engaño, la reforma que hoy plantean es totalmente populista y lo último que busca es el bien de las personas.”

“Por eso hoy el PAN dice claro y fuerte: no vamos con esta reforma porque solamente tiene una visión clientelar. Quiero conservar el México de todos y todas. Sí, sí soy conservadora.”

¿Es correcto decir que los programas sociales funcionan clientelarmente? Absolutamente no. Lo que está sucediendo es que las personas legítimamente valoran los programas sociales y votan por esa agenda. Otros votantes valoran otras agendas y votan por ellas. Por ejemplo, el empresariado vota por el PRI o el PAN y nunca se le acusa de clientelismo.  Hay un clasismo escondido cundo se asume que el pobre no tiene preferencias de política pública, y el resto sí.

Los programas sociales tienen una connotación estratégica para el bienestar, pues se cumplen las exigencias mínimas de ingresos y se avanza hacia una sociedad más igualitaria. Una sociedad profundamente inequitativa, clasista, racista y de privilegios para unos cuantos, a costa de la pobreza de la mayoría, sólo puede conducir a desigualdad. En los tiempos de auge del neoliberalismo, todo lo que le daban a los de arriba les llamaban rescate o fomento. Y lo que les daban a los más vulnerables les llamaban paternalismo o populismo.

Quizá para el sector con un buen poder adquisitivo los programas sociales pueden parecer insignificantes; pero para muchas personas que los reciben representan la oportunidad de escapar a las versiones más tristes de la carencia y la desesperación. Y si tales beneficiarios son más de la mitad de la población, la más necesitada, no hay ninguna perversidad en esta política pública de la 4T.

Los programas sociales no son demagogia cuando lo que han procurado es que no haya un solo mexicano desamparado y sin ingresos durante su vejez; que no haya un solo estudiante con sueños truncados por la falta de recursos; que las personas con discapacidad sientan el soporte decisivo de un Estado que les reconoce sus derechos y su dignidad.

Repito: si la población suscribe el trabajo de Morena es por intereses objetivos. Lo contrario sería absurdo: que estas mayorías pidieran el regreso de un modelo que había congelado el salario mínimo y condenaba al 56 por ciento de la población activa a buscarse la vida en la economía informal.

Los panistas dicen que la población vive engañada por el verbo de López Obrador.  ¿De verdad creen eso cuando día y noche sus opinadores, programas de televisión y bots han cuestionado duramente a López Obrador durante cinco años?

Y es que la causa de lucha para el panismo no es la pobreza o la desigualdad. Su causa es el odio, por eso no tienen proyecto y no logran subir un solo punto en las encuestas. Al PAN le gusta vivir engañado, sumidos en el egoísmo, sin conciencia de clase, sometido y adoctrinado a lo obsoleto, con el clasismo y el racismo a flor de piel.

Hoy, es para mí un orgullo estar en un movimiento que fundó un Presidente que sí cumplió su palabra. Hoy, están construidos los primeros pisos de un edificio que se llama el Estado de bienestar. Los salarios aumentaron de manera histórica, los programas sociales sacan a 52% más personas de la pobreza que en el 2018 y la desigualdad de ingreso se redujo más que en décadas.

La gente votó por López Obrador en 2018, porque eligió la esperanza, eligió cimentar una idea gloriosa del país donde podamos, entre todas y todos, acortar esas brechas sociales tan vergonzosas que nos separan. Este 2 de junio, con la Dra. Claudia Sheinbaum pervivirá la idea que es perfectamente posible vivir en una sociedad más igualitaria, aquella donde se camine a la justicia social, procurando que nadie se quede atrás.

Bien lo dijo Claudia en el último debate: "ellos son el clasismo, nosotros somos el humanismo".

Jael Argüelles

Por: Redacción2
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