Las fotografías que toma el mazateco David Peralta para documentar los daños ambientales en Eloxochitlán, Oaxaca, generados por la complicidad del gobierno y cacicazgos locales, estuvieron a punto de costarle la vida el pasado 3 de abril.
Ese día, el fotoperiodista regresaba de tomar imágenes en el barrio cercano de Agua Torcida, donde hay pozos de agua, como parte de un proyecto para visualizar los efectos que el ser humano ha tenido en el ecosistema. Logró visualizar maquinaria en uso para la extracción y procesamiento de tierra en la zona, y al tomar fotografías empezó a ser perseguido por un vehículo, que intentó embestirlo en dos ocasiones.
“Venía sobre mí a toda velocidad, y en ese momento yo no quise levantar la cámara porque sí sentí que me iba a matar, entonces yo lo que hice es correr”, relató Peralta en entrevista con Animal Político. “Logro repelerlo (…) me dio la posibilidad para seguir corriendo, y como a mil metros más adelante, me emboscaron”.
Peralta pudo evadirlos brevemente, pero fue interceptado de nuevo por Manuel Zepeda, cacique local y expresidente municipal, y otros hombres que lo acompañaban a bordo de una motocicleta.
“Me empezaron a amenazar, que ya no estuviera tomando fotos, que me iba a ir mal, que me iban a matar”, relata. Incluso, lo denunciaron por el delito de invasión de propiedad privada, por lo que David se tuvo que desplazar forzosamente de su comunidad.
El ataque contra el fotoperiodista comunitario se enmarca en una resistencia de más de 13 años que han tenido los habitantes de la comunidad indígena de Eloxochitlán, y que ha resultado en más de 40 familias que han vivido torturas, desplazamiento forzado, persecución política y tentativas de homicidio, por denunciar la extracción ilegal de grava y arena, así como el ecocidio del Río Xan ‘nga Nda Ge, a manos de Manuel Zepeda, y su hija Elisa Zepeda.
La historia de Peralta está atravesada por la violencia contra defensores del territorio en Eloxochitlán, y es parte de su motivación para hacer fotoperiodismo. Él creció en un hogar políticamente movido, y en 2012 su padre, Pedro Peralta, fue víctima de tortura y casi pierde la vida en un ataque perpetrado por el cacique local.
Dos años después, 21 personas de la comunidad fueron acusadas de delitos fabricados como homicidio, tentativa de homicidio e incendio, y fueron encarcelados mientras desahogaban un proceso jurídico que denunciaron estar lleno de irregularidades y corrupción. Esta batalla judicial ha sido protagonizada por mujeres mazatecas que han interpuesto recursos para lograr la liberación de sus compañeros.
De las 21 personas inicialmente detenidas, nueve obtuvieron en los años siguientes negativa de órdenes de aprehensión y pudieron conseguir su libertad, mientras que 12 han sido obligados a dejar sus hogares por tener órdenes de aprehensión en su contra, relacionadas con los mismos delitos de los que fueron acusados los primeros presos políticos.
“La gente del pueblo vive intimidada, y nadie levanta la voz porque saben que eso les puede costar la vida, pueden ir a prisión”, comentó el fotógrafo.
En 2015, el hermano de David, Miguel Peralta, fue detenido arbitrariamente, y aunque ha estado en un largo proceso judicial que incluso llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), no ha podido recuperar su libertad. Ese fue el mismo año en que David compró su cámara fotográfica, tras llevar varios años estudiando la carrera de Comunicación Social en la UAM-Xochimilco, en Ciudad de México.
“Me interesó mucho, eso de tratar de documentar la lucha del pueblo. En 2016 decidí irme al pueblo, pausar mis estudios e irme al pueblo. Ahí ya llevaba la cámara, tenía algunas nociones, y en 2017 fue que empezó la lucha por la libertad de Miguel Peralta”, dijo.
En esos meses empezó a experimentar y documentar la defensa de Eloxochitlán, aunque con miedo. “El hecho de ver a la policía estatal sí es como una amenaza, pero poco a poco fui perdiendo el miedo”, compartió Peralta. “Son fotos, son recuerdos que ahí quedaron y que de alguna forma nos marcan, muy fuerte”.
Peralta continuó su labor de documentar las costumbres de Eloxochitlán: las fiestas, la mayordomía, la Fiesta de Muertos y la vida cotidiana de sus vecinos. A la par, sintió la inquietud de retratar la devastación medioambiental de su comunidad, a manos del cacicazgo local.
“Me duele a mí ver cómo están destruyendo el río, como ya puede desaparecer”, expresó. “Hay esta mentalidad colonialista de no ser conscientes de la riqueza que tenemos, y eso a mí me ha preocupado mucho”.
El mazateco se dio cuenta que él podía contribuir a la lucha que su familia y sus compañeros estaban dando por el territorio, por medio de la fotografía. Fue así como decidió comprometerse a documentar la crisis ambiental y la destrucción del Río Xan ‘nga Nda Ge.
Para Peralta, esta lucha comunitaria representa años de convicción y resistencia articulada, de no doblegarse, pero también significó el desplazamiento de su hermano, Miguel.
“El hecho de que Ricardo Flores Magón haya nacido ahí [en Eloxochitlán] me inspira mucho a tratar de construir la libertad, y eso es lo que para mí representa”, compartió. “Entendiendo eso, yo me sitúo en la realidad, y entender que las fotografías son una carga política, y una forma de dar la batalla discursiva. Yo trato de buscar esos escenarios de lucha”.
Con información de: Animal político.