El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene la facultad de sorprender a partidarios y adversarios en una manera en la que solo él sabe hacerlo. Aunque desde que tomó asiento por segunda vez en la Oficina Oval amenazó con imponer un muro arancelario, la solidez de las medidas anunciadas a principios de abril tomó por sorpresa a analistas y al propio mercado, que reaccionó con las peores pérdidas, en muchos casos, desde la pandemia de Covid-19.
La magnitud de la cascada de saldos en rojo por cuatro días consecutivos obligó al mandatario a dar marcha atrás y frenar la aplicación de los gravámenes recíprocos por 90 días, a excepción de China, su claro rival político y comercial, al que los redobló a 125 por ciento.
Cientos de firmas de análisis han reportado el gran impacto que tendrá la aplicación de las tarifas arancelarias en la vida de los estadounidenses, por su coletazo simultáneo en todas las categorías de bienes, siendo una de estas la industria automotriz. Precisamente, este rubro es uno de los objetivos de Trump que debería ser “recuperado” ante el avance de las marcas globales, mayormente asiáticas, y la caída de la producción local y de los antiguos gigantes de Detroit.
Un informe elaborado por la organización All America concluyó que la producción de vehículos hechos en Estados Unidos está decayendo, desde un promedio de 73% en 2007 por parte de Ford, General Motors y Chrysler a solo 40% en los últimos años. Inclusive, los vehículos producidos por la japonesa Honda “son más americanos” que los elaborados por las estas compañías, cuyos modelos incluyen cada vez más autopartes de México y Canadá.
De hecho, en 2007, 38% de los vehículos contenían piezas fabricadas entre Estados Unidos y Canadá, sin embargo, este componente cayó hasta cerca de 23% en 2023. Esto último es algo que puede observarse con detenimiento al analizar la lista publicada por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras, NHTSA, donde se registran los componentes de los vehículos que se fabrican en ese suelo.
Siguiendo este listado, el modelo EV6 de la surcoreana Kia es el modelo “más americano” que puede encontrarse en el mercado, con 80% de su fabricación con piezas de la industria estadounidense o canadiense, mientras que 15% restante es importado de Corea del Sur. Seguidamente se encuentra la camioneta Ridgeline AWD TrailSport de Honda con 75% de su producción realizada en EU.
Solo en el tercer puesto se encuentra la primera compañía estadounidense, Tesla, cuyo propietario es el magnate Elon Musk, que también forma parte del gabinete de Trump. Las versiones Long Range AWD y RWD del Modelo 3 tienen 75% de piezas estadounidenses o canadienses, mientras que el restante es importado desde México.
Aunque no es un listado comparativo, vale resaltar que estas son las marcas que aparecen en la primera parte del listado y no es hasta bien entrado el documento cuando comienzan a aparecer otras firmas, como Toyota, Mazda o Volkswagen. Las compañías que comparten el apoyo de “The Big Three” estadounidense, Ford, General Motors o Stellantis (Chrysler) en casillas mucho más abajo.
Un informe elaborado por la firma de investigación Nomura reveló que el impacto de las tarifas arancelarias de Trump en el sector automotriz y de autopartes se sentirá con mayor fuerza desde esos países con mayores aranceles como China, Japón y la Unión Europea, así como de socios con los que discute y amenaza al compás del reloj: Canadá y México.
Por ejemplificar, en el listado se encuentra el modelo EV9 eléctrico de Kia, cuyo ensamblaje se realiza enteramente en Estados Unidos, pero sólo 30% de sus componentes son de ese origen, en contra de 35% traído desde China o el restante 30% desde Corea del Sur. Una medida como la puesta en práctica por el Gobierno estadounidense golpeará en el precio final de este modelo que está pensado para un adulto joven o una familia que apueste por la sostenibilidad.
Una situación similar podría encarecer los precios al consumidor de algunos modelos de la sueca Volvo. Por ejemplo, el multipropósito modelo EX90 Twin Motor Ultra tiene un ensamblaje final en Estados Unidos, pero sólo 25% de sus componentes tiene tal origen.
No obstante, desde China prevén que el impacto sobre su industria sea mínimo. Cui Dongshu, secretario general de Asociación China de Automóviles de Pasajeros, el impacto será “relativamente inmune” debido al pequeño mercado que representan las ventas a EU.
En una publicación de Nomura, aseguran que si bien los aranceles pueden impactar a India, se esperan jugadas que puedan favorecer a ambos países en el mediano y largo plazo, de cara a las conversaciones sobre un TLC que siguen sin mostrar avances. Inclusive, el gobierno indio podría ofrecer una reducción de los aranceles a los vehículos estadounidenses, como una muestra de negociación, según plantean. En 2024, según cifras de la Iniciativa de Investigación del Comercio Global, las ventas de autos indios a EU sumaron 8.9 millones de dólares en 2024.
Con información de: El economista.