CHIHUAHUA, México – Una simbólica visita a un punto de la frontera con Estados Unidos marcó el viaje del papa Francisco a México en febrero de 2016; fue donde convergen Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, el sitio elegido.
Un lugar marcado por un río, cuyas aguas han significado esperanza para unos y muerte para otros, las que de un lado llaman Río Grande y del otro Río Bravo, traicionero por tramos y en momentos. Es el cruce que, junto a una porosa valla, divide la realidad de la esperanza.
Fue alrededor de las 4 de la tarde del 17 de febrero de 2016 cuando el papa Francisco rezó a los pies de una cruz blanca para luego, ante más de 250,000 personas, celebrar una simbólica misa, sobre una tarima que no miró hacia México, pero tampoco hacia Estados Unidos. Esa tarima fue colocada en perpendicular al río, para dirigir el mensaje del Papa a quienes migran.
El primer líder de la iglesia católica nacido en tierra latinoamericana tenía 79 años cuando visitó México, país sede de la segunda más grande comunidad católica del planeta, solo por detrás de la de Brasil.
La frontera en Ciudad Juárez, punto clave en el viaje del papa Francisco a México en 2016
Sobre sus hombros, el antecedente de un pontífice que dejó huella en su ‘México siempre fiel’, Juan Pablo II, quien viajó a esta tierra cinco veces durante su pontificado, la última en 2002.
Sin embargo, el papa Francisco dejó su propia huella en una visita de cinco días y 13 potentes discursos, en la que marcó el camino de la cercanía con el pueblo a la iglesia católica en México, apeló a que los gobernantes asuman sus responsabilidades, pidió perdón a los indígenas en el sur del país, conversó con jóvenes en el occidente, y en el norte pasó tiempo con los presos y culminó celebrando la mencionada misa en la frontera con Estados Unidos, en la que se repartieron 50,000 hostias.
Casi 5,000 policías de distintos niveles vigilaban la que alguna vez fuera considerada la ciudad más violenta del mundo, una ciudad en la que años atrás ser mujer era correr peligro de muerte y que, para muestra de ello, volvió a sus víctimas tristemente célebres bajo el mote de ‘ Las Muertas de Juárez’.
“Aquí, en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar al otro lado. Un paso, un camino, cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados. Muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tráfico humano, de la trata de personas”, dijo el pontífice durante su homilía.
Agregó: “No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias.
“Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza, sino que además tienen que sufrir todas estas formas de violencia.
"Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, «carne de cañón», son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. Y, qué decir de tantas mujeres a quienes les han arrebatado injustamente la vida”.
La celebración eucarística fue también seguida por católicos al otro lado de la frontera, lo cual no pasó inadvertido para el papa Francisco.
“Y también deseo en este momento saludar desde aquí a nuestros queridos hermanos y hermanas que nos acompañan simultáneamente al otro lado de la frontera, en especial a aquellos que se han congregado en el estadio de la Universidad de El Paso, conocido como el Sun Bowl, bajo la guía de su Obispo, Mons. Mark Seitz. Gracias a la ayuda de la tecnología, podemos orar, cantar y celebrar juntos ese amor misericordioso que el Señor nos da, y que ninguna frontera podrá impedirnos compartir. Gracias, hermanos y hermanas de El Paso, por hacernos sentir una sola familia y una misma comunidad cristiana”.
Para su despedida, el papa Francisco eligió citar un fragmento de una pieza del poeta Octavio Paz, y dijo: “La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza”.
Después de la misa, la visita del papa Francisco a México terminaba. Recorrió un trayecto de unos cuantos kilómetros hacia el aeropuerto, donde fue despedido por el entonces presidente Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera y voló de regreso a Roma.
Con información de univision.com