Toda su vida soñó con ser Juez, a pesar de su modesta condición económica, a pesar de las carencias propias de ser hijo de un obrero y una ama de casa.
Dedico cada minuto de su vida académica a preparase para ese momento, con el esfuerzo de sus padres y sus hermanos mayores logro obtener el título de Licenciado en Derecho en una Universidad Publica.
Distinto al común de sus compañeros de aula, estudio como si no hubiera un mañana, sacrifico juventud, sacrifico a su pareja, terminó sacrificando el tiempo mas valioso que jamás regresa, el tiempo con sus hijos, con la familia, pero valía la pena, estaba en el camino correcto para ser juzgador, luchando contra el inexorable tiempo.
Sus padres, hijos hermanos y compañera de vida lo respetaban porque comprendieron que esa era su vocación.
Entro como meritorio en sus tiempos de estudiante a un juzgado de lo familiar, logro con el paso del tiempo, un puesto de escribiente en un juzgado civil, luego de titularse, obtuvo un puesto como oficial notificador; siempre abrazando su vocación de llegar a ser juzgador.
Para ese momento ya había ratificado su deseo de llegar a ser juzgador, a pesar de que con ello aceptaba una vida de honrosa medianía económica, pues un juez no llega a la punta de la pirámide empresarial; él lo sabía, y su familia lo aceptaba.
Entendía que la administración de justicia no era un trabajo normal ni común, que ser juez era un apostolado en el que no bastaba conocer el derecho, sino entender que con su actividad la barbarie social se convertía en estabilidad publica, que dirimir las controversias de los seres humanos era la razón de su existencia como profesionista y como autoridad.
Tiempo después logro ser secretario de acuerdos de un juzgado civil tradicional, en donde además pudo ser secretario proyectista y finalmente años después en un concurso por oposición logro ser titular de un juzgado de primera instancia en materia familiar.
Su paso por la estructura administrativa del poder judicial lo convirtió en un profesional de la administración de justicia, pero el reto mas duro de su carrera administrativa judicial estaba por llegar, y su estabilidad económica y familiar se verían seriamente amenazadas por la nueva reforma judicial, porque a 2000 kilómetros de distancia en un recinto legislativo se había logrado modificar la Constitución de su país y en consecuencia su vida profesional y laboral ya no dependían de su esfuerzo, de su honestidad, de su entereza, de su verticalidad y de su profesionalismo sino de la voluntad de un personaje hasta ese momento desconocido por este juzgador: “el elector”
¿De verdad es justica para los juzgadores someterlos al escrutinio del elector?
¿De verdad con el voto de una minoría que desconoce su actividad técnica se convalida la justicia?
La respuesta la tiene usted.
Lic. Ángel Jesús Figueroa