CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– “¡Cuántos asesinatos en México!”, expresó en junio de 2022 el papa Francisco tras el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Mora y Joaquín Campos; desde el Vaticano condenó la ola de violencia, pero durante la única visita que el líder religioso realizó al país evitó reunirse con los familiares de las víctimas, tampoco mencionó en sus discursos la palabra “desaparecidos”, ni mucho menos la palabra “Ayotzinapa”.
Francisco, quien falleció ayer a los 88 años, puso énfasis en la situación de desaparecidos, migración y violencia en México durante su papado, pero lo hizo desde el Vaticano.
Para el denominado vicario de Cristo, había una explicación religiosa sobre el sufrimiento que se vivía:
“Yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca por esto. Creo que el diablo no le perdona a México que ella haya mostrado ahí a su hijo”, le dijo Francisco en 2020 a la periodista Valentina Alazraki.
Con la reportera de Televisa, Francisco reflexionaría sobre la violencia:
“Yo sé que es difícil denunciar a un narcotraficante, porque le va la vida a uno, es duro, pero creo que todos en situaciones así, sea en México o no, tenemos que poner el hombro”, indicó.
En otras ocasiones el pontífice expresó su consternación por la violencia en México, ocasionada por los cárteles de la droga. Incluso su exnucio en el país, Franco Coppola, realizó un viaje a la llamada Tierra Caliente de Michoacán para constatar personalmente esta situación de violencia.
El asesinato de los jesuitas
Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el asesinato de los jesuitas en el templo de Cerocahui, en la sierra Tarahumara, tensó las relaciones entre el gobierno y la Iglesia católica, señalando que el presidente debía cambiar su estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos”.
Pese a los fuertes señalamientos, el presidente López Obrador aseveró que su estrategia de seguridad marchaba bien, a pesar de que los números eran muy desfavorables; respondió que no modificará su política de seguridad. Dijo: “No vamos a cambiar la estrategia; que sigan con sus campañas de desprestigio”.
El debate subió de tono. Los rectores de diversas universidades jesuitas advirtieron que en México se vivía un “Estado fallido y una crisis de seguridad”, y llamaron a la ciudadanía a generar presión para exigir un alto a la violencia.
El presidente respondió: “Los religiosos, con todo respeto, no siguen el ejemplo del papa Francisco, porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”.
El informe sobre el narcotráfico
En 2023, una delegación de obispos mexicanos viajó al Vaticano, ahí le entregaron un informe sobre la violencia e inseguridad en el país.
En entrevista con Proceso, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, explicó detalles de ese reporte y alertó del riesgo que representan “las mentiras de las autoridades”.
El prelado afirmó que durante el entonces gobierno de López Obrador, el crimen organizado avanzó hasta tener el control de ciertas partes del territorio nacional y en colusión con autoridades de todos los niveles de gobierno.
Aseveró que el control y la violencia ocurría sobre todo en las zonas limítrofes del país y entre los estados.
“Desde mi experiencia, el tema se agudiza en las fronteras. Si lo queremos ver como país, el problema más fuerte lo tenemos en la frontera con Estados Unidos o en la frontera con Centroamérica. Y si lo queremos ver en el interior, hay un tema gravísimo entre la frontera de Jalisco y Michoacán, entre Guanajuato y Michoacán, la frontera entre Guerrero y Michoacán; ahí se ve la polémica. Si uno sale de su pueblo, de su tierra donde está viviendo para atender un compromiso, no sabes qué pueda pasar en el transcurso del día cuando vas por la frontera”.
“¿De todo esto informarán al papa Francisco?”, se le preguntó en esa entrevista, y respondió:
“Pues de lo que he platicado es lo que le vamos a presentar al papa, esto que hemos comentado es lo que se le va a informar. Cada quien en su diócesis informará esa realidad propia, estaremos hablando de las estructuras propias de la Iglesia y de la presencia de la Iglesia en los ambientes propios.
“Creo que el papa ya conoce la situación de violencia y de inseguridad en México, él nos ha hecho el llamado directo para que nos comprometamos en la construcción la paz”.
Ayotzinapa y el papa
Limitado por acuerdos previos entre la Secretaría de Estado del Vaticano y la Cancillería, Bergoglio tuvo que asumir durante su visita su condición de jefe de Estado, lo cual le impidió involucrarse en los asuntos internos de México; por ello no recibió en audiencia a las víctimas de la violencia, quienes le hicieron esa petición desde meses antes de su viaje.
También le pidieron audiencia las víctimas de sacerdotes pederastas mexicanos; no las recibió.
Durante los seis días que duró la visita en febrero de 2016, el papa encabezó actos dirigidos a obispos, jóvenes, indígenas, niños, familias, presos, trabajadores y migrantes. Habló en términos muy generales sobre los espinosos temas de inseguridad, violencia, narcotráfico y corrupción, siendo muy cuidadoso para no hacer referencia en la realidad mexicana.
Basta recordar que a la misa de Ciudad Juárez estaban invitados todos los grupos de víctimas de las diferentes violencias: los padres de Ayotzinapa tenían destinados tres asientos. Ese mismo día anunciaron que declinaban la invitación.
Previo a su visita en 2016, el gobierno de Enrique Peña Nieto, tanto en México y El Vaticano, presionó para que el pontífice no se manifestara acerca de la desaparición de los normalistas.
Proceso documentó que el 22 de enero de aquel año, la canciller mexicana Claudia Ruiz Massieu, junto con Mariano Palacios Alcocer, embajador de México ante la Santa Sede, se reunieron en privado con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, y con Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, para impedir que se realizara una audiencia de Bergoglio con los padres de Ayotzinapa y para que el pontífice suavizara los discursos que pronunciaría en México.
En dicha junta —de acuerdo con las fuentes confidenciales, una vaticana y otra de la diplomacia mexicana, que pidieron el anonimato— Ruiz Massieu trató de persuadir al cardenal Parolin para que el papa no se reuniera con los padres de Ayotzinapa, pues algunos de los normalistas desaparecidos al parecer habrían estado involucrados en el envío de drogas a la ciudad de Chicago, en Estados Unidos.
Ruiz Massieu entregó a Parolin información que sustenta esta versión, advirtiéndole que, de reunirse Bergoglio con estos familiares, podría enviar la señal de que está apoyando a un cártel de la droga y dañaría mucho su imagen pontificia (Proceso 2049).
Palacios Alcocer —en una entrevista publicada en el diario La Jornada el lunes 8 de enero de 2016— negó estas versiones: "En ningún momento se tocaron estos aspectos de matizar o diluir los planteamientos de la Iglesia o del jerarca religioso. Descalifico estos señalamientos, porque me consta que se hizo un trabajo de absoluto respeto. Es ingenuo suponer o imaginar que alguien condicione lo que diga o deje de decir el papa".
Y sobre los discursos que pronunciará Francisco, indicó: "El gobierno sabe que los planteamientos que realiza los hace a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Los mensajes del pontífice tienen una cobertura global y parten de la buena fe. No llega, como él mismo lo ha dicho, con una varita mágica a resolver problemas, sino a alentar la unidad, el encuentro, la esperanza, la conciliación y la concordia".
Esa misma postura la externó Humberto Roque Villanueva, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, quien adelantó que el obispo de Roma sólo haría "reflexiones de carácter general" sobre la situación de violencia e inseguridad del país.
En una entrevista radiofónica con Adela Micha —transmitida el 3 de febrero de 2016 en el programa La primera por Adela—, Roque Villanueva asentó:
"Lo que tengo apreciado, por conversaciones que hemos tenido con la Iglesia católica, es que el papa se va a referir a estos casos de forma general, que no va a particularizar. Tengo la impresión de que serán reflexiones de carácter general, por supuesto aplicables a México, pero no tan casuísticas como algunos creen".
Con información de proceso.com.mx