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Familia descubre en expediente que Fiscalía registró entierro clandestino de personas aún reportadas como desaparecidas

Todo pasó tan rápido, que en estos casi 12 años que dos de sus hijos y su esposo llevan desaparecidosGuadalupe Vicario sigue en la reconstrucción del momento en que unos hombres vestidos como policías los sacaron por la fuerza de su casa, ubicada en la colonia PRD parte alta, de la ciudad de ChilpancingoGuerrero, y se los llevaron. 

Estuvo tirada en el piso, encañonada con un arma y la advertencia de no moverse por un buen rato o de lo contrario regresarían y matarían a todos. Pensó en sus otros dos hijos que estaban en casa: un niño de 12 años y una niña de seis. También se encontraba su nieta, de tres. Solo dejó correr los minutos. 

Pasaban de las seis de la tarde del 25 de junio de 2013 cuando todo ocurrió. Guadalupe todavía hacía tortillas a mano, tenía un puesto afuera de su casa.

Agustín Martínez, su esposo, estaba en el patio ocupado en la compostura de una camioneta. Le ayudaban sus hijos Agustín, de 21 años, y Héctor, que estaba por cumplir 18 años el 30 de junio. Usaban ese vehículo para acarrear leña desde la Sierra de Chilpancingo, que le servía a Guadalupe para hacer tortillas.

En épocas de lluvias, cuando el padre no tenía trabajo como conductor de camión de carga para transportar madera que cortan en las zonas serranas, acarreaba la leña que podía para venderla. En las secas era cuando más le contrataban como chofer; la venta de madera no era un negocio de ellos, su trabajo estaba limitado a llevar los troncos a los aserraderos.

 

En este oficio solía involucrarse su hijo Agustín, porque dejó los estudios desde que acabó la secundaria y se dedicó a trabajar. Héctor recién estudiaba mecánica.

Guadalupe recuerda que uno de los dos hijos desaparecidos le dijo que tenía hambre. Comenzaba a preparar los alimentos para darle de comer, cuando un grupo de hombres con apariencia de policías entraron de manera intempestiva. “No sé si fueron policías, pero ellos venían de policía”, comparte.

En la reconstrucción de los hechos, que ha tejido con los recuerdos de todos los que estuvieron en casa ese día, sabe que los presuntos policías que se llevaron a sus hijos y a su esposo, llegaron en carros particulares hasta su domicilio.

Los hombres la tumbaron al piso y la mantuvieron ahí por la fuerza. “A mí me encañonaron con la armas, me agacharon al piso, me tumbaron. Yo los tuve enfrente, pero es como un casete que se borra, yo nada más oí gritos”.

Entre esos gritos e insultos, escuchó que su esposo preguntó a los hombres vestidos de policías qué querían. Después les dijo que dejaran a sus hijos y se lo llevaran a él. 

Al final cargaron con los tres y Guadalupe permaneció en el lugar pasmada por un rato más. Cuando los vio perderse, fue a buscar a sus otros hijos y a su nieta que estaban impávidos de la impresión. “Luego nos ponemos a platicar, pero como dicen ellos, ya no quieren recordar, porque vivieron con ese temor y hasta la fecha viven con él”.

Les ha costado mucho, dijo, salir de esa escena.

Desconocen origen del dato registrado en carpeta sobre paradero de tres desaparecidos en Guerrero

Guadalupe revisó el expediente del caso de la desaparición de sus familiares que lleva la Fiscalía General del Estado y halló en el documento un dato inesperado: sus hijos y esposo estarían enterrados en un punto de Chilpancingo conocido como Cerrito Rico, ubicado al norte de la ciudad. El sitio es conocido porque ahí está una presa de agua a la que le atribuyen el mismo nombre y suele desbordarse cada temporada de lluvias.

“Me quedé así, asombrada (…). Yo en ningún momento di esa información, hasta me dijo el fiscal, ‘nuestro MP (Ministerio Público) hasta me preguntó, ¿eso dijo usted?’, y le dije no, yo en ningún momento di esa información, yo ni sé cómo apareció esa información allí en mi carpeta”, narra.

Guadalupe se pregunta de dónde sacó la Fiscalía esa versión si tampoco está acreditado.

“Hasta me dijo el MP, ‘pero si sabe algo, usted nos puede informar o investigue’. Cómo voy a investigar yo si de por sí vivo con ese miedo”. Los investigadores locales le pidieron a Guadalupe hacerse cargo también de las indagatorias oficiales. 

La dependencia, por lo que ha interpretado Guadalupe de la carpeta, tampoco ha confirmado el dato del posible entierro clandestino de sus hijos y esposo. “Ya ve, las autoridades aquí todo quiere que les pongamos en charola de plata”, agrega.

Guadalupe informó a instancias federales sobre este dato que podría cambiar el curso de la investigación. Ahora, ella logró que el gobierno federal también asuma las investigaciones del caso.

 

Buscadoras piden al gobierno federal revisión de carpetas de desaparecidos hace más de una década

Guadalupe pertenece al Colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera, que participó en la Segunda Jornada Nacional de Búsqueda Humanitaria el fin de semana pasado. El grupo de buscadoras también está presente en mesas de trabajo organizadas por el gobierno federal desde el lunes pasado hasta este jueves. 

Como parte de la jornada nacional, los familiares de desaparecidos realizaron concentraciones en plazas y espacios públicos en Chilpancingo y Acapulco. El domingo estuvieron en Atoyac de Álvarez en un acto convocado por la familia de Rosendo Radilla, desaparecido durante la década de los setenta, en la llamada guerra sucia.

En las mesas de esta semana tras la jornada nacional, Gema Antúnez Flores, fundadora del Colectivo María Herrera al que pertenece también Guadalupe, informó que exigen al gobierno federal una revisión constante de las carpetas de todos los casos de desaparición con expediente, incluso si son de larga data como el de ella. El 27 de febrero de 2011 desapareció el hijo de Gema, Juan Sebastián García Antúnez.

“Yo tengo el caso de mi hijo desaparecido desde el 2011, entonces está contemplado como una desaparición de larga data, y se les está pidiendo que esas carpetas sean manejadas de manera virtual, porque yo como madre sigo en la búsqueda”, expone.

 

 

 

 

 

 

Con información de Animal político.

Tips al momento

Avanza el gusano barrenador del ganado

De llamar la atención el primer caso de gusano barrenador del ganado en humanos. Este fue detectado en una mujer, mayor de edad, residente el municipio de Acacoyagua, en el estado de Chiapas.

Luego que fuera alertada la presencia de ganado del gusano barrenador del ganado, el pasado 21 de noviembre de 2024, en un lote de ganado introducido de contrabando; ahora, se conoce la primera afectación a una persona, por parte de esta mosca que deposita sus huevecillos en heridas y cuyas posteriores larvas devoran el tejido vivo.

Incluso, hay información que habla de que habría hasta ocho personas afectadas por esta plaga, en siete estados de nuestro país, así que lo anterior pone en evidencia, la gravedad de su presencia , luego de que fue introducida desde Guatemala, por la falta de controles sanitarios y legales adecuados en la frontera Sur de nuestro país.

También, lo anterior muestra que la plaga se está expandiendo, pese a la campaña en su contra con mosca esterilizada, lo que al parecer no es suficiente dada su presencia en varias entidades del país como son Chiapas, Tabasco y Campeche, en donde ya se han tenido reportes de casos.

Hay quienes dicen que, si esto sucede ya con humanos, habrá que imaginar lo que ocurre, por ejemplo, con la fauna, que no está exenta del ataque de esta plaga, especies a las que no hay manera de atender como es el caso del ganado u otros animales domésticos.

Así, esta plaga se está expandiendo y que,  pese a no estar presente en el norte del país, ya causó grandes pérdidas económicas a los ganaderos exportadores de becerro en pie, como es Chihuahua, que por la detección de esta mosca en Chiapas, Estados Unidos cerró su frontera a la comercialización de ganado por casi tres meses. Comentan que, urgen mayores medidas de control, como puede ser entre otras, el cierre de la frontera Sur, algo que han pedido de manera insistente los productores pecuarios.

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