A fin de que estudiantes de diversas licenciaturas que se imparten en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, de la UNAM, analicen casos de disrupción tecnológica y cómo afectarían su quehacer profesional al tomar decisiones, en esa entidad académica se desarrolla el proyecto Comprender, actuar y transformar nuestra sociedad tecnológica mediante la polemología.
La docente de la licenciatura de Relaciones Internacionales de la FES Acatlán, Alba Gabriela Cabriada Jarquín, en colaboración con sus pares y estudiantes de las 17 licenciaturas que se ofrecen en esa unidad multidisciplinaria, elaboran un simulador.
La tecnología disruptiva es cualquier innovación que cambie drásticamente la forma en que operan los consumidores, las empresas e industrias. Cuando se crea por primera vez, a menudo genera un nuevo mercado.
El objetivo es que con el planteamiento de los casos la población estudiantil reflexione sobre lo que realmente debemos trabajar y cómo se posicionan con respecto a la tecnología; es decir, si la ven como una herramienta o como una necesidad sine qua non para el futuro bienestar de la raza humana y qué medidas deberían tomar los estados frente a ciertos cambios que pudieran presentarse, resaltó.
Comentó que el proyecto inició en 2021 como una propuesta del Programa de Apoyo a la Investigación para el Desarrollo y la Innovación de la FES Acatlán, donde revisaron sucesos vinculados a dicha innovación, es decir, aquella que provoca necesidades en nosotros y que desconocemos tener, ya que aporta calidad, eficiencia y beneficios a nuestras vidas.
Cabriada Jarquín consideró que en la vida cotidiana utilizamos internet, GPS o ChatGPT. Sin embargo, no percibimos las transformaciones tecnológicas que implican.
Existe una situación de uso para solucionar problemas ambientales, por ejemplo, pero no hay una reflexión sobre la producción y consumo a nivel mundial, por ello es necesario recapacitar acerca de cómo hacemos las cosas y los alcances para los humanos.
Recordó que en la primera etapa de este ejercicio multidisciplinario de investigación estudiaron lo sucedido con la primera persona reconocida como cyborg, el británico Neil Harbisson, quien nació con acromatopsia –una disfunción que le limita la percepción de los colores–, condición que lo llevó a que le adaptaran una antena en el cráneo, dispositivo que le permite “escuchar” los colores.
Es una especie de sensor que detecta, a través de vibraciones, el color del que se trate para después transformarlas en sonidos. Por lo tanto, Harbisson “escucha los colores”, abundó la profesora de la licenciatura de Relaciones Internacionales del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la FES Acatlán.
Observamos la controversia tecnológica que comenzó cuando esta persona requirió renovar su pasaporte y el gobierno británico le dijo que debía tomarse las fotos sin que apareciera la antena. Pero era imposible porque está implantada en su cabeza y no puede ser retirada, ya que “es como un dedo, forma parte de su organismo”.
A partir de ello sucedió un proceso jurídico y el gobierno tuvo que admitir las fotografías con ese dispositivo; entonces se constituyó en el primer cyborg, es decir, persona modificada tecnológicamente, detalló la universitaria.
Hoy en día consultar internet y ChatGPT parece que no afecta nuestro entorno o existencia diaria, pero que haya que adaptar una política relacionada con la expedición de pasaportes por modificaciones que nos hacemos los seres humanos, altera determinaciones y acciones públicas que deben adaptarse para atender situaciones de esa índole.
Cabriada Jarquín rememoró que la intervención médica que se realizó fue ilegal porque no había protocolos para ese tipo de cirugías. “Ahí es donde nos damos cuenta de que existen casos en los que la tecnología trastoca la toma de decisiones políticas”.
Nos hacía un poco de ruido este ejemplo. En términos de seguridad nacional, cómo iba a entrar ahora Neil Harbbison a un aeropuerto, pues si tiene una antena nadie sabría si solo “escuchaba los colores”, o se trataba de espionaje o hackeo de sistemas de seguridad, puntualizó.
De acuerdo con la experta, todo ello condiciona el actuar de los estados a nivel interno e internacional. “Esos son los casos que empezaremos a abordar en el simulador que permitirá tomar decisiones al respecto, aunque es un proceso largo pues se requiere una serie de programas y softwares para implementar un dispositivo que imite circunstancias reales para enfrentar a los estudiantes a estas controversias, y lo que decidirán desde la perspectiva de sus libertades”.
En la etapa inicial se recopilaron acontecimientos de disrupción tecnológica, como el Proyecto Neom en Arabia Saudita, una supuesta ciudad inteligente en términos ambientales que ha sido blanco de múltiples polémicas, ya que ha puesto en evidencia cómo es que la tecnología puede generar desigualdades en las sociedades.
“Deberíamos encontrar un punto medio, nos falta explotar otro tipo de valores y principios; el simulador pondría a nuestros estudiantes en ese dilema: no había pensado, no había reflexionado sobre esta situación, qué va a pasar cuando haya personas como Neil Harbbison que puedan realizarse modificaciones, no solo para implementarse una antena, sino un sensor o un chip”, apuntó.
Indicó que en un futuro cercano las sociedades empezaremos a clasificarnos en función de lo tecnológico, por ejemplo aquellos que tengan visión de rayos X. “Esto parece un poco simpático, pero es a lo que nos enfrentamos, a una distinción de seres humanos con tecnología y sin tecnología, aunque esto tampoco es novedoso puesto que lo vemos con la calidad de nuestro internet o en la falta de acceso a esta tecnología”.
Estamos en el trabajo técnico para la creación del simulador, ha sido complicado porque somos quienes proponemos los casos sociales, pero también estamos realizando la ingeniería, revisamos software y dónde se alojará la información que generemos, o sea, en qué repositorio o red global podremos trabajar, finalizó Cabriada Jarquín.