-Un lenguaje sano y afectivo de comunicación y convivencia familiar
Las personas somos seres relacionales, de manera natural nos gusta vivir en sociedad, tener amigos, vivir en familia y formar una pareja. Esto es un anhelo del corazón humano, “pertenecer” y sentir ese apego seguro, ese lugar a donde puedes regresar en las dificultades o compartir tus alegrías. Nos gusta sentirnos aceptados, valorados, reconocidos, llegar a un hogar donde haya armonía, sana convivencia, risa, juegos, anécdotas, apoyo, comidas en familia, etc.-
Si en nuestra casa y entorno no encontramos esto nos sentimos deprimidos, frustrados, enojados y con ganas de huir, de buscar un pretexto para no llegar temprano a la casa. ¿Por qué? Porque el anhelo de nuestro corazón busca ese lugar seguro de acogida.
Pero ¿en qué momento se llega a formar una familia contraria a esos anhelos? ¿Qué no todos deseamos formar esa familia feliz? ¿Entonces por qué puede sonar tan sencillo, pero ser tan difícil formar esa familia que anhelamos?
Bueno, esto es algo así como aprender a hablar. ¿Dónde aprendiste a hablar tu lengua materna? En casa, con tus padres o las personas con las que te criaste. ¿Dónde aprendimos a ser familia? ¿el rol de papá, mamá, esposos? Seguramente en casa lo aprendimos como lengua materna. Y al encontrarnos con esa otra persona con la que decidimos compartir nuestra vida aprendió otra “lengua materna” pues difícilmente nos entenderemos y si lo que aprendimos como lengua materna de relación familiar fueron comentarios hirientes, abandono, rechazo, descuidos, difícilmente hablaremos de manera natural un lenguaje armonioso de ser familia.
Cuando vemos las estadísticas de violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil, es alarmante la cantidad de mexicanos que crecen en esos entornos violentos, pero cuando se conoce a un hombre violento y conoces su historia de infancia, generalmente vivió situaciones mucho más violentas que las que él provoca. Y es cuando podemos ver una persona que aprende a ser familia en medio de la violencia aprende a violentar y es “otro idioma” completamente al que a otros nos tocó vivir, es difícil solo decirle que “así no se habla el lenguaje de familia”, que está mal y debe dejar de hacerlo. Para estas personas es lo que corresponde a su rol aprendido.
Entonces ¿Cómo se aprende a hablar un lenguaje sano y afectivo de comunicación y convivencia familiar? Pues, así como aprendes un segundo idioma, tomando clases (consulta familiar), leyendo libros (sobre familias) y sobre todo practicando.
La lección número uno de este lenguaje es: el asertividad. Uno de los principales puntos recurrentes es que cuando nos sentimos amenazados actuamos de dos maneras posibles: evitativos (huyen de la situación, se alejan, evaden) o confrontativos (pelean, agreden, acusan, atacan). Es común que en la relación de pareja el hombre tiende a ser más evitativo y la mujer confrontativa, algunas teorías señalan que puede ser parte de nuestra naturaleza desde la época de las cavernas, en que el hombre salía a cazar, pero si veía un león se tenía que esconder, mientras que si la mujer en su cueva veía venir un animal salvaje, tenía que defender a las crías, aún que implicara sacrificar su vida. Probablemente ahorita si nos sale una víbora salimos corriendo o le hablamos al esposo para que nos proteja, pero en la escena en que estamos solas con los hijos en la casa, si sale una serpiente o si en la calle nos sale al paso un perro a atacarnos, lo más seguro es que no corramos y dejemos a los hijos solos, sino que los tomemos en los brazos y tratemos de patear al perro o pisar a la serpiente.
Pero esta dinámica de confrontar y evadir genera una relación que no satisface los anhelos del corazón, uno agrede, se enoja, insulta, y el otro evade, lo niega, se defiende, o simplemente se aleja de casa y entonces las situaciones no se resuelven y cada vez más se alejan los corazones.
La clave es la asertividad, ese punto medio en el que el confrontativo aprende a decir las cosas de manera reflexiva, tranquila, hablando de sus sentimientos y necesidades y el evitativo aprende a expresar su sentir en lugar de alejarse.
Ejemplo: la pareja no llega a la hora acordada, le marcan y no contesta, el confrontativo enfurece y envía un mensaje: “Odio que siempre llegas tarde y no me contestas el teléfono, no se que piensas de la vida”
El evitativo: “ya se como se pone y ya voy tarde, mejor no le contesto”
Ejemplo asertivo: Para mi es muy importante la puntualidad, es una virtud que habla bien de las personas, por lo que no me gusta llegar tarde, cuando tenemos algún compromiso juntos, te pido que, si tienes un retraso en el trabajo, me avises 30 minutos antes para alcanzar a ajustar los planes y ponernos de acuerdo si paso yo por ti, o si me voy yo sola y tu me alcanzas.
Ejemplo asertivo 2: “cuando no me contestas el teléfono me preocupo, recuerdo el día en que mi hermano tuvo el accidente y no me contestaba las llamadas, te pido que tengamos un código, si no puedes contestar, me respondas por mensaje automático y yo me comprometo a llamarte solo una vez cuando no sea urgente, y si yo tengo una emergencia y no me contestas, te hago una segunda llamada, así sabrás que la segunda llamada es por emergencia.
Ejemplo evitativo (aprender a responder en lugar de evitar)
“Te pido una disculpa, se me hizo tarde y no me di cuenta del tiempo, se que para ti es importante el llegar a tiempo, por lo que te propongo que la próxima vez que tengamos un compromiso juntos, mejor tus pasas por mí al trabajo para que no me tengas que estar esperando en la casa”
La lección número dos es: El freno de mano, la reparación.
Cuando nos sentimos agredidos podemos usar frases para expresar como nos sentimos con la forma en que nos dijeron las cosas. Como por ejemplo “me siento acusado”, “me siento agredido, puedes decirlo de otra forma”
Cuando sentimos que nuestro comentario molestó al otro podemos usar frases como “perdón, déjame decirlo de otra manera”, “eso sonó agresivo, déjame lo intento de nuevo”
Otros puntos importantes:
M.C.F.C. Marisa Menchaca Sepúlveda
Miembro de Familiólogos de Chihuahua, A.C.