Un cristiano de fe activa siempre es promotor de la cultura de la vida, de obras a favor del prójimo, de compromiso evangélico y promotor del bien común las 24 horas del día y los 365 días del año toda su vida.
Nunca evade su compromiso de defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, nunca dice si a la legislación del aborto, ni se lava las manos como Pilatos argumentando que éste ya está legislado, ni presenta doble cara cambiando su postura sobre el tema.
El cristiano reconoce que detrás del aborto hay una cultura de desenfreno con sexo libre, consumo de drogas y alcohol, pérdida de los valores universales, uso irresponsable de la libertad, existencia de intereses económicos en la industria de la pornografía, la farmacéutica con los anticonceptivos y los abortos en clínicas de muerte, además de muchísimos intereses más.
Un cristiano se opone al falso uso del lenguaje para engañar a la sociedad y llama a las cosas por su nombre: aborto y no interrupción legal del embarazo, no dice que la mujer tiene derecho sobre su propio cuerpo negando la existencia de otra vida en su vientre, etc.
Santiago enseña que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:26). En calidad de santos, debemos vivir el Evangelio para evidenciar nuestra fe. Cuando leas Santiago 1–2, busca las enseñanzas que te infunden aliento y que te ayudan a vivir el Evangelio.
Defensores de la vida debemos ser todos, ir a favor del aborto es negar el valor de la vida. Declarar en campaña política la apertura a la vida y en la práctica no corregir posturas a favor del aborto o lavarse las manos con la excusa de que ya está legislado es tener doble cara y esto se hace por conveniencias políticas y de busca del poder.
O BIEN SERVIMOS A NUESTRA DIVINIDAD O A NUESTRO PROPÓSITO, NO HAY DE DOS SOPAS.
Jorge Luis Vargas Romero