El peso argentino ha ganado 25 % de valor frente al dólar en los últimos tres meses, ello en razón del agresivo programa de ajuste fiscal implementado por el Gobierno del presidente Javier Milei, un valor que supera a cualquiera de las otras 148 monedas sobre las que hace seguimiento Bloomberg.
Según la agencia, se trata de "una estadística sorprendente en un país donde la moneda parece estar en un estado de caída libre interminable", pero que es explicable a partir de las medidas tomadas por la administración libertaria para reducir el gasto público en niveles comparables con el 4 % del producto interno bruto.
De acuerdo con cifras oficiales, las iniciativas han traído aparejada la reducción de la demanda en todos los niveles de la economía, "incluidos los dólares" y el control de la inflación, cuyo valor anualizado roza el 300 %.
En este escenario, el mercado cambiario paralelo –dólar MEP–, usado con frecuencia por inversionistas y empresas, "está aumentando considerablemente", mientras que en el mercado oficial de intercambio de divisas, donde tienen lugar la mayor parte de las grandes operaciones de exportación e importación, "el peso en gran medida es estable" e inclusive registra valores hacia la baja, apunta el medio.
En la misma línea destacan las intervenciones diarias del Banco Central para comprar dólares destinados a reponer las reservas internacionales, lo que en opinión de los conocedores es indicio del desfase de Buenos Aires en comparación con la conducta de la mayoría de los bancos centrales del mundo, que han hecho lo opuesto en interés de fortalecer sus monedas frente a la divisa estadounidense.
Empero, analistas consultados por Bloomberg consideran que la "política de peso fuerte" a la que está apostando Milei entraña riesgos considerables, entre los que se cuentan la recesión económica derivada del ajuste, el desempleo y las subsecuentes presiones a las que será sometido el Gobierno en los próximos meses en virtud de los costos sociales del paquete económico.
Del mismo modo se cierne sobre el horizonte la posibilidad de que la inflación no se ralentice tan rápidamente como espera el Ejecutivo, lo que aumentaría el malestar entre los consumidores e incrementaría el valor de la moneda ajustado por la inflación, que para la fecha ya alcanza el 72 %.
Los expertos señalan que, en este caso, las subas no pueden mantenerse hasta el infinito porque hay un punto en el que ya no son beneficiosas sino que desalientan la exportación y desestimulan el turismo internacional, dado que la diferencia cambiaria no es favorable.
De momento, es un hecho que la confianza en el peso está en ascenso y eso disminuye la demanda interna de dólares, lo que coincide con el desfinanciamiento público y la liberalización de precios y abona hacia la eliminación de las presiones sobre el peso.