El desapego es la capacidad de soltar y no aferrarse en pensamiento al exterior. Significa no identificarse con todo lo que se piensa. El apego nos aleja de la idea de que ya somos seres completos.
En realidad, no hay nada externo a lo que nos apegamos; nos apegamos a nuestras historias sobre lo que percibimos de lo vivido. Muchas personas se apegan a falsas identidades porque creen que existen a través de ellas, creando un falso sentido de “ser”. La pregunta aquí es: ¿En verdad crees que el apego a experiencias, al pasado, a personas o a ideas describe quién eres en este instante? ¿O te limita?
Más allá de las historias, identidades y pensamientos de la mente, somos libres; no hay vejez, muerte ni sufrimiento que nos definan.
Lo que te apega al pasado, presente y futuro tiene que ver con tu relación con los pensamientos. Puedes llevar el pasado como tu historia e identidad y ver esos resultados en tu vida; puedes vivir en el momento presente sin juicios ni expectativas, simplemente aceptando lo que es; o puedes vivir tan preocupado/a por el futuro que te pierdes de momentos importantes.
La clave está en lo que eliges contarte en cada momento.
El desapego no significa indiferencia o falta de interés, sino una liberación de las expectativas y la necesidad de control. Al practicar el desapego, encuentras una mayor conexión contigo y con el flujo natural de la vida. Este estado nos permite experimentar la verdadera libertad y paz interior, reconociendo que nuestro valor y bienestar no dependen de factores externos, sino de nuestra propia percepción y conciencia.
Si te sigues molestando por las cosas cotidianas de la vida, vives con conflictos en tu cabeza, creyendo que el problema está fuera de ti y percibiendo un mundo estresante o injusto, es porque no has cuestionado los pensamientos que lo hacen parecer así.
Hasta que no cuestiones todo lo que crees saber, no conocerás la dimensión más profunda que vive en todo aquello que crees ver.
Es importante salir también de los condicionamientos sociales y culturales que nos han entrenado a ver la vida a través de estereotipos: bonito, feo, atractivo, desagradable, justo, injusto, me gusta, no me gusta, etc. Esto nos invita a reaccionar frente a lo superficial, sin lograr un entendimiento más profundo de las situaciones o las personas.
Cuestiona tus creencias y suelta aquellas que ya no son funcionales; evalúa lo que piensas y cuestiónalo. Así abres espacio a nuevas perspectivas y posibilidades. Cuestionarte y soltar es un camino hacia la autenticidad, donde podemos ser verdaderamente nosotros mismos sin las cargas del pasado ni las preocupaciones del futuro.
Conforme tu mente se vuelve más clara y suave, el mundo que percibes se vuelve más claro y suave, ya que ves más allá de tus juicios y encuentras la magia de todo. La mente deja de jugar juegos poco funcionales.
Cuando te cuestionas como un hábito, reconoces que todo es para ti.
Esta mente ya no vive en opuestos, ya no está dividida; sigue expandiéndose y reconoce que es inspirador conocerse y darle la bienvenida a todo, fuera del miedo.
No hay nada más gentil que un ser humano que vive con la mente abierta, sin apego. Una persona que no cree que existe algo en su contra, que da gracias por la vida y aprecia cada momento… te inspira, ¿no? Ser feliz es un estado natural de paz y claridad, libre de enojos, resentimientos, quejas y miedo. Es lo que sucede cuando cuestionas las alucinaciones de tu mente. La felicidad no se conquista fuera de ti, sino conquistando tu interior. Cuando conquistas tu interior, emerge de manera natural.
Con cariño
Érika Rosas