A menos de tres meses del final de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, la promesa de producir 2 millones de barriles de petróleo diarios no se ha cumplido. De hecho, Pemex enfrenta una grave crisis financiera y operativa, con una deuda que apenas ha disminuido y la empresa siendo degradada a una inversión especulativa por las agencias calificadoras.
Esta situación limita su capacidad de financiar la exploración y explotación de nuevos campos petroleros, lo que podría llevar a la importación de petróleo para abastecer sus propias refinerías. Además, la incidencia de accidentes en Pemex ha duplicado el estándar internacional, indicando un deterioro en las condiciones de trabajo.
A pesar de que el gobierno ha destinado millonarios recursos para apoyar a Pemex, su viabilidad futura está en riesgo, y la empresa se encuentra altamente endeudada y con pasivos históricos que amenazan su sostenibilidad.
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Con información de Latinus