Violencia obstétrica

Tomado de EMEEQUIS

La violencia obstétrica es una realidad que las mujeres mexicanas viven a diario, aún en el siglo XXI. Una publicación en redes sociales encendió la alerta: Clyo Mendoza, escritora y poeta oaxaqueña, denunciaba públicamente la negligencia durante su parto ocurrido en casa. 

LA HISTORIA DE CLYO EN OAXACA

Clyo, nieta de una partera, buscaba que el nacimiento de su bebé se diera en un ambiente humanizado y de respeto y, cuatro meses después de los hechos, alza la voz en una entrevista para EMEEQUIS en la que destaca que su testimonio no busca estigmatizar la partería, sino que se mantenga la dignidad de quienes lo ejercen profesionalmente y no haya más mujeres que atraviesen un episodio de violencia obstétrica.

“No quiero hacer una ‘quema de brujas’ contra la partería, no, porque creo que se puede malinterpretar muchas veces una denuncia de este tipo. Y creo que si yo me remito un poco a mi historia personal, la razón por la que elegí también tener un parto en casa con una partera es porque mi abuela fue partera y sus partos fueron muy humanizados y exitosos”, relata.

La historia del embarazo de Clyo había transcurrido con tranquilidad. Había tenido seguimiento con diversos gineco obstetras en Ciudad de México y Barcelona que verificaron que su embarazo no tenía ninguna complicación y estaba en condiciones para poder parir en casa, por lo que menciona que ella y su pareja contactaron a Zoila Ríos Coca, quien además de ser partera cuenta con una cédula profesional -que EMEEQUIS pudo verificar- como médico cirujano para que atendiera el parto. 

En febrero de este año, el embarazo estaba por llegar a término y aunque ella y su pareja la alertaron por contracciones, relata que la partera hizo caso omiso y consumió alcohol y otras sustancias horas antes de que la labor de parto ocurriera, por lo que al momento en que el parto comenzó, Clyo comenta que la partera no fue quien la atendió de inicio pues dejó a su asistente, se durmió e ignoró su dolor. 

“Me dejó gritando toda la madrugada y ella despertó cuando el parto estaba complicándose únicamente para decirme que si no hacía mi mejor esfuerzo mi bebé se me iba a morir. A lo largo de esa noche mi mamá ya le había pedido que me ayudara, o que tomara una decisión, ir a un hospital, ponerme la oxitocina, un té (…) Fueron casi 10 horas de trabajo en los que sólo accedió a ayudarme cuando se lo pedí desesperada porque estaba agotada y sentía a mi bebé en un claro peligro. Ya había amanecido cuando mandó a su ayudante a buscar al jardín algo con qué improvisar un atril dónde sostener el suero con la oxitocina, ni siquiera contaba con ello”, relató que, al acordar el acompañamiento, Ríos Coca aseguró que, al tener formación como médico cirujana, podía proveer de elementos de la medicina occidental como la oxitocina, la cual estimula y mantiene la contracción del músculo liso del útero durante el parto y por ende lo acelera.

Una vez que la bebé nació, descubrieron un hematoma en su cabeza y ella les respondió que era normal y todo pasaría con los días. Pero no fue así: dos días después del nacimiento el hematoma seguía y presentaba un sangrado en el ombligo por lo que decidieron acudir al Hospital de la Niñez Oaxaqueña donde el diagnóstico fue una infección en el ombligo por fallas de higiene que le ocasionaron una sepsis y fallas renales y cardiológicas, mientras que el hematoma de la cabeza era señal de una hemorragia intraventricular o cerebral de grado 4 y los pronósticos de que sobreviviera eran desalentadores, pero contra todo, la bebé superó las crisis.

“La voluntad de vivir y la fuerza de un bebé es algo insospechado, al mismo tiempo también a mí me ha abierto el mundo terrible de la violencia obstétrica, porque en el hospital en el que se internó mi bebé había otros bebitos internados por las mismas violencias a cargo de otros médicos. En el caso de mi hija, es muy difícil saber cuál es el alcance de la lesión en los primeros meses de vida, son cuestiones que aparecen poco a poco a lo largo de los años y lo único que los papás y las mamás podemos hacer es tratar de darle seguimiento neurológico y rehabilitación a nuestros bebés confiando en que el cerebro del bebé va a lograr regenerarse para cubrir la pérdida de las neuronas que han sucedido por la lesión”, explica.

Clyo Mendoza compartió con EMEEQUIS uno de los documentos que el Hospital de la Niñez Oaxaqueña ha entregado con las valoraciones médicas, las cuales señalan que el diagnóstico actual es de un retraso del neurodesarrollo y se indica que deberá continuar con la neurorrehabilitación.

DOCUMENTO SOBRE LOS DAÑOS FÍSICOS DE LA BEBÉ.

“Hay una sutileza desgarradora en la violencia obstétrica porque los partos son un acto de fe, porque es necesario depositarse en la confianza para traer la vida y porque en ese momento de máxima vulnerabilidad no podemos dudar de quien promete ayudarnos. Zoila Ríos Coca ha demostrado ser un peligro para la salud pública, para los bebés, es un peligro para todas las parteras que sí realizan su labor con humildad, entrega y profesionalismo y su falta pone en peligro esta práctica y la decisión hermosa que es decidir parir en casa”, señala Clyo en su denuncia pública y compartió con este medio que tras su publicación ha recibido diversos testimonios, tanto de meses atrás como de años donde las madres le han comentado sobre presuntas negligencias similares por parte de Ríos Coca.

PARTERÍA, ENTRE LA RESISTENCIA A LA ESTIGMATIZACIÓN Y FALLAS EN ORGANIZACIÓN

Aunque no se encuentra en el ranking de mortalidad materna, en México sigue existiendo la muerte de mujeres durante el parto, una situación que la Organización Mundial de la Salud describe como inaceptable. 

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en México describe que invertir en personal de partería competente, motivado y respaldado es una estrategia costo-efectiva para mejorar la calidad de la atención y los resultados maternos y neonatales.

Pero no solo eso, para Hannah Borboleta, directora y partera en Morada Violeta, una casa de partería feminista en la Ciudad de México, la partería no es una profesión “que debería estar muriendo” puesto que las parteras están capacitadas para brindar atención de primer nivel e históricamente pueden atender procesos previos y posteriores al parto, así como lactancia, menstruación, menopausia, incluso, apoyar en la autoexploración de mamas, ofrecer servicios de planificación familiar y realizar procedimientos que no requieran de elementos quirúrgicos de gineco obstetras como pruebas citológicas (Papanicolau), todo esto avalado por la OMS y mediante un acompañamiento paciente y humanizado.

“Las parteras somos expertas en acompañar procesos y ahora, por ejemplo, muchas parteras profesionalizadas ya no son expertas en acompañar procesos ¿por qué? Porque no hay tiempo en el sistema de salud, porque nadie nunca les enseñó a acompañar procesos, a tener paciencia y se está perdiendo también ese saber cómo acompañar de la mejor manera los procesos, qué hacer si los procesos se atoran y cómo resolver si hay una emergencia, todo eso las parteras lo sabemos hacer. 

“Sin embargo, el estado en general ha querido meter otras cosas que no son de partería sino que son de gineco obstetricia, por ejemplo, poner oxitocina porque esto genera expectativas falsas en las mujeres y de hecho es una práctica que no se debe hacer en casa porque conlleva ciertos riesgos, como acelerar la frecuencia cardiaca del bebé, necesitas un quirófano cerca”, explica Hannah.

La partera explica que además de realizar un proceso distinto al sistema de salud hegemónico, la partería debe conllevar un proceso claro de comunicación en el que las madres sean partícipes y tomen decisiones por sí mismas, por lo que es responsabilidad de la partera pero también de la madre conocer los procesos de atención.

Pero ¿qué pasa con la regulación por parte del Estado? Melissa Ayala, coordinadora de Litigio y Documentación en el Grupo de Información en Reproducción Elegida (Gire) subraya que la Ley General de Salud reconoce a las parteras como personal no profesional autorizado del servicio de salud estatal. 

Además, la abogada recuerda que en el 2017 la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación general en la que se “debe implementar eficazmente las políticas públicas ya previstas en el orden jurídico nacional, relacionadas con la partería tradicional en México y adoptar las medidas necesarias para fortalecer el proceso de vinculación de las parteras y parteros tradicionales al Sistema Nacional de Salud, creando un entorno jurídico e institucional que propicie el respeto y el ejercicio de dicha actividad”.

Sin embargo, en la práctica, México sigue fallando y en palabras de Hannah, “el Estado no tiene ningún interés en proteger la partería”.

Melissa responde: “el Estado tiene que reconocer su labor y no perseguirlas (a las parteras) para que justo se entable una capacitación y monitoreo”.

Sin embargo, Hannah es de las parteras que considera que no es una opción que el país deba regular, pues apuesta a que primero exista una organización entre todas las parteras mexicanas: “claro que hay parteras que van a querer que el Estado haga cosas, yo personalmente no creo que sea una opción que el Estado regule, pero sí creo que tiene que reconocer el ejercicio, la suma de conocimientos que tenemos como parteras, profesionales, tradicionales, urbanas, autónomas, etcétera”.

“Se tiene que dejar que las parteras nos regulemos entre nosotras, sólo que eso no está pasando por el momento, hay un proceso de certificación de un organismo que se llama independiente, sin embargo, no está pasando a nivel país. La mayoría de las parteras no tenemos un mecanismo de regulación ni de rendición de cuentas entre nosotras. Tenemos que identificar huecos y oportunidades de mejorar como en el caso actual en el que tenemos que escuchar la versión de las compañeras y comprender qué pasó”.
La partera de Ciudad de México reitera que es necesario el diálogo para conocer qué es la partería para que las usuarias tomen sus decisiones y puedan comprender de qué van los procesos que buscan la autonomía de las mujeres y, sin minimizar en ningún momento la experiencia de dolor y el trauma vivido, se acerque a la revisión de casos y retroalimentación con otras parteras.

“Entonces, ¿cómo le hacemos para inventar nosotros mecanismos entre parteras y familias? ¿Cómo mejoramos la práctica? ¿Cómo tenemos documentos también de consentimientos informados? ¿En qué caso vamos al hospital, a qué hospital iríamos, cuál es el plan B? Por ejemplo, nosotras de Morada Violeta trabajamos mucho con consentimientos informados para que justo las familias lean y puedan decidir cuál sería el hospital al que iría, quién atendería y en qué casos diríamos al hospital, para aclarar lo más posible la comunicación. Así como también trabajamos en mecanismos de comunicación de claridad al acompañar, también en cuanto a rendición de cuentas”, cierra.

VIOLENCIA OBSTÉTRICA EN CIFRAS

Una de las declaraciones de la OMS señala que todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, lo cual incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación.

Por su parte, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) define a la violencia obstétrica como “un tipo de agresión que se genera en los servicios de salud pública o privada y que consiste en cualquier acción u omisión, por parte del personal de salud, que cause daño físico o psicológico a la mujer durante el embarazo, parto y posparto”.

“Reconocer que vives un proceso de violencia obstétrica toma tiempo, para mí fue muy difícil articularlo y reconocer públicamente que sucedió. En los cuatro meses que han pasado, dos estuve redactando y borrando, redactando y borrando y eso que me dedico a la escritura, no me imagino lo difícil que debe de ser también para estas mamás que también me han compartido sus testimonios”, describe Clyo y al mismo tiempo señala que si no fuera por las redes amorosas de apoyo, no habría salido adelante.

Por segunda ocasión, el INEGI en la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica en los Hogares (Endireh) publicada en 2022, desagregando principalmente a la experiencia de mujeres atendidas en hospitales pues incluye a las que pasaron por una cesárea. 

Desagregando por estados, los de mayor prevalencia en maltrato en atención obstétrica predominan San Luis Potosí, Tlaxcala y Ciudad de México.

Del total de las mujeres de 15 a 49 años que tuvieron un parto en los últimos 5 años, el 29.6% señaló haber vivido un maltrato obstétrico y el 22% vivió maltrato psicológico o físico durante la labor de parto. Casos como el de Clyo en el que fue regañada mientras paría prevalece en el 11% de las mujeres y el 9% también destacó que fue ignorada cuando preguntaba cosas sobre su parto o su bebé.

“Después de todo este proceso sigue siendo muy impactante para mí que nacer sea esto, porque para el servicio médico hegemónico y como la mujer que me atendió es terrible que la mamá tenga que sufrir de la manera más atroz y el bebé también para que la vida sea viable. Mientras el servicio de salud no sea un servicio humanizado y mientras las vidas de todas las personas no sean respetadas el mundo va a seguir siendo un lugar violento”, finaliza Clyo.

Tomado de EMEEQUIS

Con información de massinformacion.com.mx
 

 

Por: Redacción2
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