La situación en Cuba es de “crisis humanitaria”, afirma el demógrafo Albizu-Campos

La Habana (EFE).- El prestigioso economista y demógrafo cubano Juan Carlos Albizu-Campos advierte en entrevista con EFE que las estadísticas sobre su país le muestran un sistema “irreformable”, en plena “crisis humanitaria” y acercándose progresivamente a la “implosión”.

Albizu-Campos, que acaba de concluir un estudio que estima que Cuba ha perdido un 18 % de su población entre 2022 y 2023 debido principalmente a la migración, ve señales de alerta en otros muchos indicadores, como el aumento de la pobreza infantil, el alza de la mortalidad materna, la caída de la esperanza de vida o el repunte de los embarazos entre adolescentes.

“Hay una situación de emergencia que está más allá de una emergencia sanitaria, es una crisis humanitaria”, considera este experto, que cree que la situación “es grave y está cada vez más cerca del punto de implosión”.

A juicio de este experto del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD), la pérdida de unos dos millones de habitantes desde 2022, sobre una población de 10,5 millones, sitúa a la isla en cifras de “crisis de refugiados”.

La caída de la población en Cuba refleja la crisis

El pasado viernes, Juan Carlos Alfonso, vicejefe primero de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), reconoció que entre 2020 y 2023 hubo una caída del 10 % en el número de residentes en la isla y que actualmente habitan en ella “menos de 10 millones” de personas.

La pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y fallidas políticas económicas y monetarias en los últimos años han agravado los problemas estructurales de la economía cubana, generando escasez de básicos (alimentos, medicinas, combustible), apagones diarios, una inflación galopante y un éxodo migratorio sin precedentes.

“La insistencia en reformar lo irreformable ha erosionado el metabolismo del sistema y lo está llevando a un punto de no retorno”, concluye Albizu-Campos, quien cree que “el modelo es su propio obstáculo”.

En este contexto encuadra la caída de la esperanza de vida -de siete años entre 2011 y 2021- y el reciente dato publicado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que apunta que un 42 % de los niños entre 0 y 5 años en Cuba sufre pobreza alimentaria severa o moderada, ambas formas de malnutrición.

También destaca que la mortalidad materna ha repuntado hasta los niveles de 1935-1940, que los embarazos adolescentes suponen actualmente el 18 % del total -luego de la reducción de principios de siglo- y que la mortalidad infantil, que cayó por debajo de 4 por mil entre 2013 y 2018, supera ahora el 7 por mil.

Albizu-Campos subraya el ensanchamiento de la brecha en distintos indicadores (mortalidad infantil, esperanza de vida, ingresos,…) entre blancos y no blancos, especialmente negros, revirtiendo los avances de las primeras décadas tras el triunfo de la revolución (1959).

De forma gráfica, Albizu-Campos publicó este año un estudio junto al investigador Sergio Díaz-Briquets para la Universidad Internacional de Florida bajo el título ‘Fallo sistémico y consecuencias demográficas: La tormenta perfecta de Cuba’.

Una policrisis

El experto dibuja a Cuba en una “policrisis”, “una cascada de crisis que se superponen y actúan de forma combinada” y que ha hecho que éste sea el país que más ha retrocedido en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

La isla pasó del puesto 51 en 2007 al 73 diez años después, una abrupta caída que siguió agudizándose en los últimos años para situarle actualmente en el lugar 85 de esta lista.

“Todavía estamos en la franja de (IDH) alto, pero estábamos acercándonos a la franja de muy alto. Ahora a la franja que nos estamos acercando es a la de medio”, indica Albizu-Campos, que estima que “si se mantienen las condiciones” actuales, Cuba podría caer en esa zona en “entre cinco y diez años”.

Prevé además otros desafíos para los próximos años. De un lado, la derivada económica de la salida del país de 1,79 millones de personas entre 2022 y 2023 con un perfil socioeconómico nítido: 57 % de mujeres, 77 % entre 15 y 59 años y con cierta capacidad económica. La mayoría están en “edad laboral y reproductiva” y eso, añade, “tiene un impacto”.

Esto prevé que se combine además con la jubilación en los próximos años de la generación más numerosa de Cuba, lo que va a aumentar la presión sobre las cuentas públicas, que tendrán que gastar más en pensiones cuando ya tienen dificultades y acumulan déficit abultados.

Con información de EFE.

Por: Edición 10
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