La política en Estados Unidos se caracteriza por una narrativa recurrente y polarizadora, especialmente cuando se trata de figuras prominentes y controversiales como Donald Trump. Este fenómeno se evidencia en los recientes ataques de Trump hacia Kamala Harris, replicando estrategias que utilizó anteriormente contra Barack Obama.
Durante una reciente comparecencia en la mayor reunión anual de periodistas negros en Estados Unidos, Trump cuestionó la identidad racial de Kamala Harris, preguntando si es "india o negra". Este tipo de ataques, que deslegitiman a sus oponentes a través de cuestionamientos raciales o de ciudadanía, son tácticas que Trump ha utilizado consistentemente. Anteriormente, Trump cuestionó repetidamente el lugar de nacimiento de Obama, insinuando falsamente que no había nacido en Estados Unidos y sugiriendo incorrectamente que era musulmán, haciendo enfasis en que tenía dudas acerca de su lugar de nacimiento.
Estos ataques se producen en un momento crítico de la campaña presidencial, cuando Joe Biden y Kamala Harris han logrado avances significativos. Un ejemplo reciente es el exitoso intercambio de prisioneros con Rusia, que resultó en la liberación de varios estadounidenses, además de la reciente captura de Isamel Zambada, uno de los traficantes más buscados por decadas por Estados Unidos y México. Estos eventos no solo mostraron la capacidad de la administración Biden, sino que también desvió la atención de las controversias anteriores, como el incidente en el que Trump recibió un disparo en la oreja y que había dominado las noticias en semanas recientes.
Kamala Harris, la primera vicepresidenta negra y estadounidense de origen asiático, ha sido objeto de ataques racistas y sexistas desde el inicio de su campaña. A pesar de estos desafíos, Harris y Biden continúan enfocándose en sus logros y propuestas políticas. Harris, de madre india y padre negro, ha representado un símbolo de la diversidad y la inclusión que el Partido Demócrata promueve, lo que contrasta con la retórica divisiva de Trump .
La insistencia de Trump en "hechos manufacturados" y su dependencia de tácticas divisivas subrayan una estrategia destinada a movilizar a su base y sembrar dudas sobre la legitimidad de sus oponentes. Sin embargo, esta narrativa de desinformación enfrenta una resistencia creciente en un electorado cada vez más informado y crítico. La reacción negativa en la convención de la Asociación Nacional de Periodistas Negros, donde Trump fue abucheado, refleja el rechazo a estos ataques personales.
Además de los ataques personales, Trump ha continuado utilizando temas polémicos para mantener su relevancia. Su reciente declaración de que ha sido "el mejor presidente para la población negra desde Abraham Lincoln" fue recibida con escepticismo y crítica. Este tipo de afirmaciones, sin respaldo en hechos concretos, busca reescribir la percepción histórica de su administración, que ha sido marcada por tensiones raciales y controversias .
La administración Biden ha enfrentado desafíos significativos, incluyendo la inflación y la recuperación post-pandemia. Sin embargo, se han realizado esfuerzos notables para mejorar la economía y apoyar a las comunidades afectadas. Programas como el Plan de Rescate Estadounidense han destinado fondos para estimular la economía, apoyar a las pequeñas empresas y proporcionar alivio directo a las familias. Estos esfuerzos contrastan con la narrativa de Trump, que a menudo se centra en desacreditar a sus oponentes sin ofrecer soluciones concretas.
En este orden de ideas podemos visualizar la repetición de estas tácticas narrativas muestra cómo la política en Estados Unidos está atrapada en un ciclo de desinformación y polarización. La capacidad de los votantes para discernir entre hechos y ficciones será crucial en las próximas elecciones.
La narrativa puede ser poderosa, pero la realidad de los hechos y las acciones concretas son las que, en última instancia, definirán el rumbo del proceso electoral en Estados Unidos.
Lic. Rogelio Iván Pérez Pérez