A ti ciudadano:
La conquista de Mexico-Tenochtitlan es uno de los pasajes de la historia más estremecedores. Después de la brutal lucha que se dio para tomar la gran ciudad, los conquistadores y sus aliados no tardaron en causar estragos en lo que quedaba de la capital mexica. La conclusión de esta conflagración, pero también de un mundo, fue la destrucción del Templo Mayor.
Si bien, al arribo de las huestes de Hernán Cortés a la capital tenochca, éstas habían quedado asombradas por la magnificencia de la ciudad, trataron de persuadir a los mexicas de dejar la «idolatría» practicada en sus templos.
Sólo después de la caída de Mexico-Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521, permitió a las fuerzas conquistadoras tener control absoluto sobre el sitio. La guerra había dejado en muy malas condiciones lo que otrora fuera una joya de la urbanística mesoamericana. Se demolieron los inmuebles que no tenían reparación y que estaban en pésimo estado. Esto fue a fin de despejar a la urbe de la pestilencia y de la muerte, y así hacerla nuevamente habitable lo más pronto posible.
Después de eso, siguió la desacralización del antiguo mundo de los mexicas, convirtiendo diferentes espacios en improvisadas iglesias. De esta forma, se ejercía no solo una conquista material de Tenochtitlan, sino también simbólica, y por ende, cosmogónica y religiosa. Templos y otros conjuntos sagrados fueron destruidos o adecuados a las necesidades de la incipiente evangelización.
Como apunta el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, el Templo Mayor fue destruido hasta sus cimientos. Esto fue inevitable en aquél contexto de fundación de un nuevo orden, así como renovación de la ciudad. El Huey Teocalli de Mexico-Tenochtitlan era el axis mundi (el centro o eje del Universo) de la sociedad mexica.
No se debe olvidar que, a través de estos templos en la cosmovisión mesoamericana, se podía acceder a los niveles celestes o bajar al inframundo. De allí partían los cuatro rumbos del Universo. Su destrucción pues, fue urgente para los europeos. Si querían imponer un nuevo poder no solo político, sino también religioso y social, se debía aniquilar el sostén simbólico del mundo tenochca.
De acuerdo con Bernal Díaz del Castillo, uno de los conquistadores y cronistas, se le había prendido fuego al Templo Mayor. Después de la toma de la ciudad, fue desmantelado. Aquél hecho representó para el franciscano fray Toribio de Motolonía, un acto semejante al castigo divino sobre Egipto. Era un acto de «justicia» de Dios sobre la «soberbia» mexica al haber construido aquellos templos.
Lo irónico de la destrucción del Templo Mayor, fue que gran parte del material con el que estaba hecho (tezontle y piedra), fue usado para construir la primera Catedral Metropolitana y otras edificaciones.
Así, dichos vestigios sobrevivieron al paso del tiempo. Finalmente, con el descubrimiento del monolito de la Coyolxauhqui en 1978, se terminarían por desenterrar los restos del Huey Teocalli, rescatando al mayor símbolo de la antigua Tenochtitlan y el mundo mexica.
Por Víctor Hugo Estala Banda