Mientras en Estados Unidos la agenda migratoria cada día toma más fuerza y apunta a ser decisiva en las elecciones presidenciales, en México la crisis humanitaria se agudiza y las políticas de contención no logran frenar la llegada de miles de personas.
La crisis migratoria que se vive en México se coló de lleno en la campaña presidencial de Estados Unidos y todo indica que será un tema decisivo para definir al próximo huésped de la Casa Blanca.
Aunque son antagonistas, tanto Kamala Harris, candidata del Partido Demócrata, y Donald Trump, candidato del Partido Republicano, coinciden con gran parte de la ciudadanía en que la migración es uno de los principales problemas del país y se debe atacar de urgencia.
Mientras, la retórica antimigrante se instala en la campaña y en los discursos, un camino que les estaría ayudando a ganar la simpatía entre los ciudadanos que sienten amenazados sus valores y su cultura –un enfoque nativista, xenófobo y racista– frente a la llegada masiva de extranjeros, coinciden especialistas en relaciones exteriores consultadas por France 24.
Mientras tanto en México, aunque el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador impuso una política de mano dura contra la migración –impulsada por EEUU–, no pudo frenar la llegada de miles de personas. Al contrario: en los últimos seis años aumentó en más del 500% la presencia de personas en situación irregular en el país.
Migración, un problema mayúsculo
El uso del discurso antimigrante no es producto de la casualidad, ya que la crisis migratoria y sus consecuencias es considerada por muchos como el principal desafío de la potencia. Así lo refleja el último reporte de la encuestadora Gallup, donde la migración se ubica como el tema de mayor preocupación por 22% de los consultados, siendo la opción más votada.
El nerviosismo que causa la migración se reflejó en el debate del 10 de septiembre que sostuvieron los candidatos presidenciales estadounidenses. A lo largo de 90 minutos, el tema salió a relucir en distintos momentos cuando hablaron de la frontera sur, de México y de Venezuela.
Kamala Harris señaló que es necesario mantener la seguridad en la frontera, pero no dio detalles de una posible estrategia. En cambio, habló sobre su experiencia en el tema cuando fue fiscal de California y enfrentó mafias de traficantes de personas.
En tanto, Donald Trump reafirmó su plan de iniciar una campaña de deportación masiva con ayuda de las Fuerzas Armadas y aprovechó para atacar a los venezolanos, al afirmar sin sustento que en Venezuela los crímenes se redujeron porque ahora se cometen en EE. UU.
A pesar de las variaciones en sus posturas, ambos coincidieron en la necesidad de frenar la llegada de más migrantes.
Durante el debate presidencial, así como a lo largo de sus respectivas campañas, ambos candidatos han omitido hablar sobre la cooperación con el Gobierno mexicano para atender la crisis humanitaria que se vive en la frontera común, donde miles de personas esperan en condiciones inhóspitas una respuesta oficial a su solicitud de asilo.
Trump, experto en discursos antimigrantes
La efectividad de usar el combate a la migración como bandera electoral fue demostrada por Donald Trump en 2016, cuando se enfrentó a Hillary Clinton; puesto que con una estrategia de críticas a la política migratoria de los demócratas, ataques a los migrantes –y su promesa de la construcción de un muro en la frontera– logró llegar a la presidencia, afirma Raquel Saed Grego, académica de la Universidad Iberoamericana.
Saed Grego recuerda que en su momento “la migración proveniente de México junto con la economía de China fueron los dos enemigos comunes que Trump eligió” como banderas electorales para ganar adeptos entre los votantes.
Trump aseguró, por ejemplo, que México enviaba “droga, crimen y violadores” hacia EE. UU. y en la actual campaña ha dicho que en caso de ganar, realizará "la mayor deportación de la historia", comenzando en Ohio para llevar a los migrantes “de vuelta a Venezuela”.
Al respecto, la doctora Paz Consuelo Márquez-Padilla, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica a France 24 que el discurso de Trump es efectivo entre los estadounidenses porque "cada vez le temen más a los migrantes", en especial quienes consumen noticias sobre las caravanas porque “creen que es una frontera en la que no hay control”.
“A pesar de que la población ha sido muy dura (con Trump) y lo han criticado por los excesos como separar a los niños de sus familias, de todas maneras piensan que lo hacía mejor que Biden”, destaca Márquez-Padilla.
Biden mantuvo las políticas de contención
Si bien la intención inicial de Joe Biden era instaurar una política migratoria con enfoque humanista, no logró mantener este plan a lo largo de su Administración.
Al inicio de su Gobierno, Biden dejó pasar a los migrantes de manera humana, pero “la migración se volvió el tema más importante y endureció la política migratoria por fines electorales”, agrega Saed Grego y cuestiona que durante su mandato se detuvo en el Congreso un proyecto de ley migratoria que abonaba a resolver los problemas de la frontera con México.
Bajo su mandato también se logró eliminar el Título 42, un recurso legal que con el pretexto de la pandemia de Covid-19 que permitió a las autoridades migratorias devolver personas hacia México alegando posibles contagios sin antes revisar el caso a detalle ni el motivo de la solicitud de asilo.
Y en el ocaso de su Administración, Biden también firmó una órden ejecutiva para limitar las solicitudes de asilo en caso de que los cruces irregulares suban.
Para Márquez-Padilla, en realidad “no hubo tanto cambio entre una Administración y otra porque el problema está ahí y crece (...) el Gobierno de Biden quería buscar y eliminar las causas de la migración. Sin embargo, esto es muy difícil de solucionar porque mandan mucho dinero hacia Centro y Sudamérica, pero aunque sean millones de dólares no solucionan los problemas de fondo de todos estos lugares donde hay corrupción, narcotráfico y pobreza”.
La migración en México evolucionó
En México, el flujo migratorio ha cambiado en los últimos años. A finales del siglo XX los mexicanos eran quienes más cruzaban la frontera norte para buscar mejores oportunidades en EE. UU. Ahora la nacionalidad de los migrantes, así como los flujos, se diversificaron debido a las crisis políticas y económicas de los países de origen.
“La migración es un problema en todo el mundo y con estos nuevos líderes populistas hemos visto una restricción a la migración porque ha aumentado debido a muchas causas: el cambio climático, el hambre, la crisis del 2008 y la pandemia” refiere Márquez-Padilla.
A partir del 2020, con la pandemia y la debacle financiera subsecuente, más personas provenientes del hemisferio sur comenzaron a migrar hacia el norte con miras a mejorar su calidad de vida.
En el caso de Norteamérica, EE. UU. se convirtió en el país objetivo donde los migrantes quieren llegar a pedir asilo político o ingresar de forma irregular. Mientras que México y la región de Centroamérica se transformaron en muros de defensa donde se busca frenar la migración con políticas de contención y el uso de la Fuerza Pública, unos muros porosos que no han sido efectivos.
La crisis migratoria se agudiza
En ese tenor, México decidió aceptar que migrantes que buscan asilo se queden por meses en el país, una medida que sumada a las políticas de contención, han generado un caldo de cultivo para la tragedia, como el incendio de una estación de detención migratoria en Chihuahua, al norte de México, donde murieron 40 personas que se encontraban hacinadas.
“Cuando fueron las caravanas migratorias y Trump quiso cerrar la frontera, no lo podía hacer sin la colaboración de México, así que le impuso a AMLO la presencia de la Guardia Nacional a lo largo del territorio y que se convirtiera en el tercer país seguro donde los migrantes debían esperar mientras resolvían su solicitud de asilo (...) Esto alteró a las ciudades fronterizas que estaban llenas de migrantes de distintas partes del mundo”, comentó Saed Grego sobre el despliegue de las Fuerzas Armadas para detener a los migrantes provenientes de Centro y Suramérica.
A pesar de los esfuerzos y las presiones, la migración no se ha frenado sino que aumentó 530.30% durante el último sexenio.
Los datos oficiales muestran que en 2018 el Instituto Nacional de Migración (INM) registró 131.445 migrantes en situación irregular en el país, mientras que en 2024, entre enero y julio, ya suman 828.505 personas en esta condición.
De esta forma, mientras en EE. UU. el tema migratorio es visto como un botín electoral, a lo largo de la línea fronteriza de México miles de personas esperan en condiciones infrahumanas una respuesta oficial del Gobierno estadounidense, acechados por los cárteles, las redes de tráfico de personas, autoridades y la creciente xenofobia de mexicanos que se alarman por la presencia desbordada de extranjeros en sus barrios.
Con información de proceso.com.mx