CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- De vuelta a la política después de tres años de exilio voluntario por una acusación de soborno que nunca prosperó, el panista Ricardo Anaya se mueve con fluidez en los pasillos del salón de sesiones del Senado, donde ahora tiene una curul.
Sube de prisa hacia el sector de senadores priistas, sonríe, saluda con la mano en alto, da palmadas a dos colegas que lo abordan y luego camina hacia la izquierda del recinto, donde está la bancada de Morena.
Allí comienza un largo diálogo con senadores morenistas. Momentos después está sentado en su curul y tiene a su derecha al senador Manlio Fabio Beltrones, quien lo visita en ese sector panista. Es momento de hablar en corto de las iniciativas lopezobradoristas que dominan el debate nacional y los trabajos legislativos.
El Senado ya aprobó la reforma judicial y la que traspasa la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Nada indica que la oposición podrá detener otras iniciativas de Morena, partido oficialista que con la adquisición del ahora expanista Miguel Ángel Yunes Márquez –a cambio de impunidad, dice Anaya– tiene mayoría calificada para aprobar otras de las reformas que vienen en el paquete del Plan C heredado por Andrés Manuel López Obrador.
La oposición luce endeble y desconcertada frente a la aplanadora de Morena, y Anaya, candidato presidencial del PAN en 2018, sabe que la recomposición de ese sector que representa al 40% de mexicanos es un camino cuesta arriba y muy desafiante.
“El reto de aquí al 2027 (cuando habrá elecciones intermedias) es que la oposición tenga la capacidad de convertirse en una verdadera alternativa. Y, además de ser una alternativa, que se gane con hechos la confianza de la gente”, dice Anaya a Proceso.
Frente al cambio de gobierno, que se produjo el pasado martes 1 de octubre, el panista indica que espera que represente el inicio de un nuevo ciclo de concordia para México, lo que implica, “por supuesto”, que la presidenta Claudia Sheinbaum “tome distancia” de López Obrador, su mentor político y líder moral de Morena.
“Lo que le conviene al país es que el nuevo gobierno rompa con la dinámica de polarización y que se inaugure una nueva etapa en la que exista diálogo y en la que el pluralismo sea bienvenido”, asegura el expresidente del PAN.
Y dice que para ello es necesario que Sheinbaum “tenga un sello propio”. Porque hoy, sostiene, la pregunta de los 64 mil pesos en México es quién será el gran beneficiario del enorme poder de Morena y del régimen de la 4T en los próximos años, si Sheinbaum o López Obrador.
Anaya considera que a México “le viene bien una izquierda democrática, progresista, y no una izquierda autoritaria de corte populista”. Cree que los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Chile, Gabriel Boric, son dos buenos referentes para la izquierda mexicana.
Y sostiene que ante la nueva realidad política de México el PAN, un partido que enfrenta “una profunda crisis”, debe refundarse retomando su ideario original, que es socialcristiano, de centro y no tiene nada que ver “con el liberalismo individualista”.
El senador y expresidente del PAN repudia los acercamientos que un sector del panismo tiene con VOX, el partido español de extrema derecha, antiinmigrante, xenófobo y neofranquista.
“Lo que pasa es que en el PAN hay gente que está extraviada ideológicamente”, señala, y dice que eso es “parte de la crisis” del partido que gobernó México entre 2000 y 2012 con Vicente Fox y Felipe Calderón.
Anaya reconoce que, en esos dos gobiernos, al panismo le faltó sensibilidad social y “quedaron a deber” en ese aspecto. Con Calderón no sólo aumentó la pobreza, sino que su estrategia de seguridad basada en la militarización “probó ser un fracaso”. En ese sexenio (2026-2012) los homicidios crecieron 101% con respecto a los del gobierno de Fox.
Por eso, señala, “no me cabe en la cabeza que no se comprenda que la militarización no ha traído paz y que sexenio tras sexenio, desde que inició, hace tres sexenios, hasta la fecha, cada vez estamos peor en el indicador más crudo” de violencia, los homicidios, que en el gobierno de López Obrador, finalizado el 30 de septiembre último, llegaron a 199 mil.
Sobre el PAN, Anaya insiste: “No hay refundación sin autocrítica. Si el PAN no se hace cargo de los errores que cometió, la refundación va a ser una farsa. Entonces, por supuesto que una refundación auténtica tiene que partir de la autocrítica”.
Anaya pasó tres años en Estados Unidos para evitar su eventual detención por parte de la Fiscalía General por un soborno que supuestamente recibió, cuando era diputado, para votar por la reforma energética de 2013.
Él sostiene que fue una persecución política del expresidente Andrés Manuel López Obrador y que ni siquiera giraron orden de aprehensión en su contra porque “no tenían nada”.
Pero el hecho es que está de vuelta y que el escenario político mexicano es otro desde su partida. A su regreso, como senador del PAN, encontró a Morena convertido en un partido virtualmente hegemónico y a una oposición frágil ante ese poder.
–¿Cómo ve a la oposición? –se le pregunta.
–Yo creo que estamos ante una crisis por partida doble. Por un lado, enfrentamos a una mayoría que está dispuesta a actuar de manera gansteril para construir mayorías calificadas y que quiere acabar con todos los contrapesos democráticos. Para eso se diseñó la reforma judicial, y lo grave es que este atropello autoritario encuentra a una oposición en muy malas condiciones, muy lastimada.
–¿En crisis?
–Tenemos una oposición en crisis. En el caso específico del PAN estamos en un momento crítico en la historia del partido, sin duda uno de los más complejos, y creo que el PAN está ante el dilema de renovarse o morir.
El PAN elegirá una nueva dirigencia el próximo 10 de noviembre. Los candidatos a la presidencia del partido son Adriana Dávila y Jorge Romero, quien es el favorito.
“Yo espero –dice Anaya– que vayamos a una profunda reforma de estatutos y que abramos el partido a la ciudadanía. Creo que es el único camino”.
–¿Qué tanta responsabilidad tiene la oposición frente al nuevo régimen que está surgiendo en el país?
–Yo creo que hay siempre una explicación que es multifactorial. Hay una buena parte que es responsabilidad de la propia oposición y hay otra parte que tiene que ver con una erosión del régimen democrático a través de ataques sistemáticos desde el poder. Es que hasta a Proceso le ha tocado. Los medios de comunicación han sufrido un acoso brutal de parte del régimen y también la oposición.
¿Y qué hacer ante esto?
–Creo que el corazón de la solución está en entender que necesitamos ser una alternativa. Es decir, que el ciudadano que no esté contento con lo que está pasando encuentre una alternativa. Entonces el PAN está llamado a hacer una sacudida profunda y una renovación profunda para ser una alternativa para el ciudadano.
–Hay un 40% de mexicanos que no votó por Morena. ¿Qué puede esperar ese sector ante este avasallamiento que se ve en el Congreso?
–Pues primero, recordarles que aunque dentro de este pleno del Senado se siente una mayoría abrumadora del régimen, en la calle un 46% no votó por ellos. Esto no se refleja aquí la manera en que está diseñado nuestro sistema electoral y porque también, de manera indebida, gansteril, han ido adquiriendo votos de senadores que no tenían.
–¿Usted quién cree que va a ser el principal beneficiario de este gran poder que está acumulando Morena, López Obrador o Claudia Sheinbaum? –se le pregunta al senador.
–Creo que ésa es la pregunta de los 64 mil pesos y nadie sabe la respuesta. Hay quienes dicen que la presidenta va a tomar las riendas del país, hay quien dice que la integración del hijo del presidente (Andrés López Beltrán) en Morena (como secretario de Organización) y el instrumento de la revocación de mandato le van a dar un poder permanente.
–¿Usted, como político experimentado, qué piensa?
–Yo te puedo decir qué creo que le conviene al país. Y eso es que el nuevo gobierno rompa con la dinámica de polarización y que se inaugure una nueva etapa en la que exista diálogo y en la que el pluralismo sea bienvenido. Espero que inicie una etapa diferente, nueva, de construcción.
–¿Es inevitable la tensión entre Sheinbaum y López Obrador por la diferencia de estilos?
–Creo que al país le viene bien una izquierda democrática, progresista, y no una izquierda autoritaria de corte populista. El populismo, tanto de derecha como de izquierda tiene, por definición, que polarizar, dividir a la población en dos grandes grupos y tener un líder que prometa acabar con el otro grupo. Ésa es la síntesis del gobierno de López Obrador.
–Pero Sheinbaum ganó las elecciones y es una política que valora a López Obrador y que es de izquierda.
–Espero que sea una izquierda progresista que busca la unidad nacional. Y que busca sacar adelante una agenda en la que cree, pero no a partir de la polarización y la división. Entonces yo espero que eso quede en el pasado. Lo sabremos conforme vayan avanzando los días.
–Ya me dijo qué izquierda le conviene a México, ahora le pregunto qué derecha le conviene.
–Sí, para allá voy.
–¿Usted qué es, es de derecha?
–Yo me considero una persona ideológicamente de centro.
–¿Existe el centro?
–Sí, claro, y de hecho hay muchos referentes internacionales.
–¿Quiénes?
–Nosotros tenemos coincidencias ideológicas notables con la Unión Demócrata Cristiana (la CDU por sus siglas en alemán, el partido de la excanciller de Alemania, Angela Merkel). El PAN ideológicamente no se parece al liberalismo individualista de (Javier) Milei (el presidente de Argentina).
–Hay panistas de extrema derecha, a juzgar por los nexos que mantienen con el partido ultraderechista español VOX.
–Pero si uno revisa los documentos básicos del PAN va a encontrar coincidencias enormes. Por ejemplo, con la CDU alemana, con la Democracia Cristiana chilena, que son partidos de centro porque surgen históricamente como una tercera vía frente al individualismo de la derecha y al colectivismo marxista de la izquierda.
–Pero hay una ultraderecha en el PAN...
–Lo que pasa es que en el PAN hay gente que está extraviada ideológicamente y de pronto no sabe de dónde venimos.
–¿Como Julen Rementería y Lily Téllez, que fueron algunos de los panistas que firmaron la famosa “Carta de Madrid” con VOX? ¿Como tanto empresario de extrema derecha que ha entrado al PAN?
–Sí, y bienvenidos, pero si uno estudia con rigor el origen del partido y los documentos ideológicos o los que establecen las posiciones del partido va a encontrar que no tiene absolutamente nada que ver con VOX, porque VOX es un partido de extrema derecha. Un auténtico panista debería de, por principio, alejarse de estas corrientes ultraderechistas como VOX. Parte de la crisis de la oposición tiene que ver con un extravío ideológico.
–En esta refundación del PAN, ¿el partido debe reconocer que en algún momento, principalmente en el gobierno de Calderón, en el que aumentó la pobreza, según datos de la Cepal, pecó de insensibilidad social?
–No hay refundación sin autocrítica. Si el PAN no se hace cargo de los errores que cometió, la refundación va a ser una farsa. Entonces, por supuesto que una refundación auténtica tiene que partir de la autocrítica y, segundo, sí creo que en materia social el PAN quedó a deber.
–Uno de los factores que explican la popularidad con la que salió de la presidencia López Obrador es la inversión social, los subsidios.
–Yo simpatizo con las transferencias directas. Propuse, como candidato presidencial, el ingreso básico universal. No centro en los subsidios sociales mi crítica al gobierno de López Obrador. Como política pública, es un camino correcto. El Premio Nobel Abhijit Banerjee ha demostrado académicamente cómo las transferencias directas inciden en mejorar las condiciones de vida de la gente de manera más eficaz que políticas de corte tradicional.
–Pero eso no ocurrió en los gobiernos panistas.
–Yo sí creo que al PAN le faltó en materia social, no tengo ninguna duda. Como gobierno nos faltó. Estuvimos 12 años en el poder y nos faltó en lo social.
–¿Y qué evaluación hace de la estrategia de seguridad de Calderón, de su guerra contra el narco?
–Lo que a mí me tiene verdaderamente anonadado, sorprendido, es que una estrategia que probó ser un fracaso, como es la militarización de la seguridad pública, esté hoy, en pleno 2024, a punto de llevarse a su máxima expresión transfiriendo la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.
–Porque fue un panista, Calderón, el que comenzó la militarización...
–Sí, pero no me cabe en la cabeza que no se comprenda que la militarización no ha traído paz y que sexenio tras sexenio, desde que inició, con Calderón, hasta la fecha, cada vez estamos peor en el indicador más crudo, que son los homicidios por cada 100 mil habitantes.
–Con Calderón aumentaron 101% los homicidios con respecto al sexenio de Fox. Ese porcentaje no se vio ni con Peña Nieto ni con López Obrador.
–Si uno observa el número de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en el sexenio de Calderón, en el de Peña y en el de López Obrador, el asunto ha venido empeorando, y el común denominador de los tres sexenios ha sido la militarización de la seguridad pública.
Sobre la aprobación de la reforma que traslada la Guardia Nacional a la Sedena afirma que “gente que se dice de izquierda progresista, porque el que se asuma de izquierda autoritaria está bien, pero no me digas que eres de la izquierda progresista y quieres militarizar la seguridad pública”, por lo cual se ve por estos días a la izquierda progresista “haciendo maromas mentales para justificar esto”.
–La militarización es un recurso asociado a la derecha...
–O a la izquierda autoritaria. Porque los extremos se tocan. Pero a la gente de izquierda democrática progresista no le gusta la idea de que la Guardia Nacional vaya a estar formalmente adscrita a la Sedena y que entre 70% y 80% de sus integrantes sean en realidad soldados y marinos. Esa estrategia ya fracasó.
Con información de Proceso.