Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador el incremento de dos dígitos al microsalario no logró compensar el impacto de la histórica inflación y de las prácticas laborales que dejan a tres cuartos de la población sin la posibilidad de actualizar por ley sus ingresos.
Con el salario mínimo general sólo es posible comprar 51.2% de una canasta básica.
“La pobreza es indiferente a los incrementos de papel salario mínimo”, advierten investigadores del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM.
Así, la pobreza laboral no sólo persiste, sino que aumentó durante el gobierno de López Obrador, pese a que el Banco Mundial validó que más de nueve millones de personas abandonaron la condición de pobreza multidimensional.
De acuerdo con el organismo multilateral, la tasa oficial de pobreza multidimensional cayó de 43.9% en 2020 a 36.3% en 2022, sacando de la pobreza a 8.8 millones de mexicanos, aunque la pobreza extrema ha disminuido más lentamente. La economía, dijo el Banco Mundial, ha recuperado los niveles de empleo y de Producto Interno Bruto (PIB) previos a la pandemia.
Pero la pobreza laboral sí aumento, según el CAM. En 2012, al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto, la población ocupada en pobreza extrema era de al menos 34.3 millones de personas que, aun trabajando y con ingresos fijos, no podía adquirir la canasta básica.
Para 2018, al inicio del sexenio de AMLO, esta cantidad aumentó a 39.5 millones de personas. Para 2024, poco antes del cierre del sexenio de López Obrador, llegó a 43.5 millones de personas, lo que indica un aumento de cuatro millones de personas en la población ocupada en pobreza extrema.
El análisis del CAM no toma en cuenta el incremento al ingreso familiar que se presenta con las trasferencias universales y que llegan a siete de cada 10 hogares en el país. El Banco Mundial sí toma en cuenta estas transferencias para medir el comportamiento de la pobreza multidimensional.
Ingreso insuficiente
Con el título: El resultado real de la política salarial del sexenio de López Obrador, los analistas del CAM de la Facultad de Economía de la UNAM analizan con una mirada crítica la tendencia del poder adquisitivo del salario mínimo en México y aseguran que, desde la década de los setenta del siglo pasado no se observaba una inflexión en la tendencia del poder adquisitivo del salario mínimo en nuestro país, aun cuando la recuperación salarial es la demanda más importante de las clases trabajadoras.
Pese al incremento a los salarios, dicen los investigadores del CAM, el poder adquisitivo no recupera ni mejora los niveles de vida de la población; para ellos, agrega el reporte, el bienestar no llega porque sus ingresos son insuficientes para adquirir la canasta básica, concluyen a partir de los datos que ofrece la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La presidenta Claudia Sheinbaum busca cumplir su promesa de campaña de seguir aumentando el salario mínimo para que sea posible adquirir al menos 2.5 canastas básicas, lo que significaría un incremento de al menos 12 por ciento.
El precio nominal mensual de la canasta básica y el salario mínimo de 2012 a 2024 resulta preocupante: el precio de la canasta básica mensual pasó de seis mil 53.78 pesos a 14 mil 590.8, mientras que el salario mínimo pasó de mil 869.9 a siete mil 467.9 pesos. Es insuficiente.
Con estos datos se confirma que el aumento al salario mínimo en términos de la recuperación del poder adquisitivo sólo tiene efecto si los precios de los alimentos básicos se mantienen constantes o disminuyen. Cuando los precios de estos artículos incrementan más de lo que crece el ingreso de los trabajadores, entonces se puede comprar menos cantidad de estos artículos, recuerdan los analistas de CAM.
Hasta ahora persiste la continuidad de un modelo: un resultado transexenal que mantiene a tres cuartas partes de la población ocupada en pobreza extrema, mexicanos y mexicanas que, aunque cuentan con empleos no pueden comprar sus alimentos, aseguran los investigadores de la UNAM.
Mantener el salario mínimo en niveles por debajo de la adquisición de lo señalado en el Artículo 123 configura una política de atropello a los derechos de la clase trabajadora, el desinterés de la clase política en la precariedad laboral y la continuidad de la pobreza.
Si bien la tendencia a incrementar el poder adquisitivo del salario mínimo presenta un cambio respecto de sexenios anteriores, reconocen los investigadores de la UNAM, es completamente insuficiente porque sigue sin alcanzar para comer y está todavía más lejos de alcanzar a comprar todo lo demás, es decir, los incrementos al minisalario no es lo que debe llamar la atención porque cubren una ínfima parte de las necesidades de una familia, lo verdaderamente importante es todo lo que sigue sin poder comprar una familia, que es media canasta alimenticia recomendable (CAR), vivienda, vestido, calzado, recreación, servicios de agua, transporte, luz, internet, etcétera.
Aún más, la medición de la pobreza extrema a partir del criterio de medir el porcentaje de la población ocupada, cuyos ingresos son insuficientes para adquirir la CAR, muestra que los niveles de esta pobreza extrema no se ven influidos por la política gubernamental de decretos al salario mínimo.
Balance negativo
Al concluir el gobierno de López Obrador, el CAM actualizó el modelo de análisis que ha desentrañado durante las últimas décadas el impacto de política neoliberales que han beneficiado a las grandes empresas, pero que mantienen las condiciones para enquistar en el modelo económico la pobreza laboral. Para López Obrador, pese a los cinco incrementos al salario mínimo y las transferencias universales de efectivo, los números y el balance no resultan positivos.
Entre 2018 y 2024, de acuerdo con información de la Comisión Nacional del Salario Mínimo (Conasami), el microsalario acumuló un incremento de 110% y desde enero de 2024 el nivel mínimo de ingreso es 248.93 pesos.
En 2017 el CAM reveló que, para adquirir una canasta básica de alimentos, un trabajador en México tenía que trabajar más de 24 horas, mientas que al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto sólo se necesitaban 21 horas con 13 minutos.
Por ello, la reforma para establecer una jornada laboral de 40 horas también podría contribuir a mejorar esta situación.
Entre 1987 y 2017, de acuerdo con el CAM de la Facultad de Economía de la UNAM, el deterioro del poder adquisitivo era de 80.8%; antes de los aumentos al salario mínimo que se encadenaron hasta llegar a niveles de dos dígitos durante el gobierno lopezobradorista, un trabajador sólo podría comprar 32.63% de una CAR. En 2024, pese a los ajustes a los salarios, sólo es posible comprar 51.2 por ciento.
Los investigadores del CAM también se han ocupado de exhibir las falacias que desde los argumentos patronales exponen que los incrementos al salario no resultan proporcionales con las ganancias derivadas de las tasas de explotación del trabajo.
La actualización de las conclusiones del CAM se presenta en medio de la discusión sobre una reforma laboral que impulse las jornadas de 40 horas, lo que ha generado una respuesta corporativa vía legisladores, como Pedro Haces, que, paradójicamente, llega al Poder Legislativo como representante de una central sindical, la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) que, varios de los proyectos insignia con la participación de empresas como ICA o la constructora IDEAL del Grupo Carso de Carlos Slim, disputaron la representación sindical.
El líder del CATEM se manifestó contra una jornada laboral de 40 horas porque, dijo, generaría inflación. Sin embargo, el economista en jefe de BBVA México, Carlos Serrano, aseguró que la jornada de 40 horas no representa un riesgo para la inflación.
En el artículo 123 de la Constitución se establece que:
Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. El salario mínimo debería cubrir no sólo los alimentos sino también los servicios, el vestido, la vivienda, etcétera, y tendría que ser suficiente para que las personas no se encuentren en situación de pobreza.
En el CAM se mide la pérdida del poder adquisitivo utilizando el salario mínimo y el precio de la canasta básica recomendable, que es una canasta ponderada de consumo diario para una familia mexicana de cuatro personas en la que se toman en cuenta aspectos nutricionales y hábitos culturales.
Esa canasta no incluye el pago de renta en vivienda, transporte, vestido, calzado, aseo personal y muchos otros bienes y servicios que entran dentro del consumo de una familia, sólo es un referente del costo de alimentos básicos, e incluso ahí, no incluye los gastos que requiere su preparación, como servicios de agua, luz eléctrica o gas.
Con información de proceso.com.mx