CIUDAD DE MÉXICO (France 24).– Entre amenazas de muros, endurecimiento de las políticas y algunas promesas de refugio, el futuro de las personas migrantes será decidido el próximo 5 de noviembre.
El actual ciclo electoral de Estados Unidos se ve envuelto en un ambiente de intensa polarización en torno al fenómeno migratorio en la frontera sur, aunque el enfoque de cada partido es distinto, tanto republicanos como demócratas están de acuerdo en que el manejo de los flujos migratorios en el país es un tema prioritario en los próximos comicios en Washington.
Según una encuesta realizada por el Pew Research Center y publicada el pasado mes de marzo, el 57% de los votantes estadunidenses, sin importar el color de su partido, piensa que "lidiar con la inmigración" debería ser la prioridad para los miembros del Congreso y para el próximo presidente, o presidenta, electo en noviembre.
Los resultados representan un aumento del 18% desde que inició la administración Biden en 2021, según el mismo estudio.
Aunque la migración ha estado en la agenda electoral estadunidense por más de una década, en los comicios de 2024 el debate ha tomado una intensidad nunca antes vista.
Por un lado, la actual vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, defiende la política migratoria de la administración Biden, con la dualidad entre impulsar paquetes legislativos que abran nuevos caminos a la regularización migratoria y el endurecimiento de la vigilancia y el control en la frontera sur.
Del otro lado, la tradicional retórica de Donald Trump
Como en su primera campaña, el expresidente y candidato republicano ha instrumentado el fenómeno migratorio como un arma política para impulsar un discurso nacionalista, encuadrando a la comunidad migrante en situación irregular como la culpable de los males económicos y sociales en el país, abogando por el regreso a un estricto régimen migratorio.
Y en vísperas de las elecciones, la narrativa trumpista parece convencer más que nunca. Una encuesta organizada por CNN el pasado mes de enero indica que un 48% de los electores encuestados, adultos de ambos partidos, estarían a favor de una ola de deportaciones masivas en el país, una de las promesas de campaña más fuertes y recurrentes del exmandatario republicano.
La situación migratoria en la frontera con México durante el periodo presidencial de Joe Biden sirve como diana de los ataques de la oposición. En diciembre de 2023, los "encuentros" en la frontera sur reportados por la agencia de Aduanas y Protección de Fronteras de EU (CBP) llegaron a su pico histórico, con alrededor de 250 mil, según información oficial.
En los primeros meses del 2024, las cifras cayeron radicalmente, llegando a los 104 mil 116 el mes de julio –un 40% menos que en diciembre–, debido principalmente al endurecimiento de los requisitos impuestos por la administración Biden para optar por refugio y asilo político a aquellos que escapan de la violencia en sus países, además de una cercana cooperación con el gobierno del mexicano Andrés Manuel López Obrador, que se ha encargado de ejercer un duro control migratorio en el norte y sur del país.
“Las elecciones presidenciales en Estados Unidos podrían implicar que a partir de dos visiones muy distintas de políticas hacia las migraciones internacionales ocurran más violaciones a los Derechos Humanos de las personas migrantes. Lamentablemente también podría implicar que, si no ocurren más, se mantengan las mismas, pues no me parece que alguna de las dos alternativas represente un cambio drástico", describe Guillermo Yrizar Barbosa, profesor e investigador en la Universidad Iberoamericana Puebla, para France 24.
La continuidad contra el regreso al trumpismo, dos visiones de país que se contraponen en las urnas el próximo mes de noviembre. ¿Qué proponen los candidatos presidenciales en relación con la política migratoria del gigante americano?
Kamala Harris y la apuesta por continuar con la dualidad de Biden
La vicepresidenta estadunidense convertida a candidata demócrata no puede desligarse del legado migratorio de su antiguo compañero de fórmula.
En su corta campaña presidencial, Harris ha sostenido una plataforma política de continuidad en referencia a la situación migratoria, defendiendo que los picos históricos en cruces migratorios irregulares alcanzados en el gobierno de Biden son resultado de la intransigencia republicana.
Kamala Harris aboga por una reforma total al sistema de asilo estadunidense, proponiendo un aumento en los estándares de aceptación, modificando los procesos y tiempos de espera entre los que han conseguido ingresar a territorio estadunidense para revisar la posibilidad de regularizar su estadía y aumentar el espectro de elegibilidad para recibir tarjetas de residencia.
“Hay que reparar (el sistema de inmigración estadunidense), y estamos trabajando en ello, de modo que establezcamos un sistema de inmigración seguro, humano y ordenado en la frontera", explicó Harris en un evento organizado por The New York Times el 30 de noviembre de 2023.
Por otro lado, Harris también busca endurecer el control en zonas irregulares.
La candidata ha propuesto impulsar de nueva cuenta las medidas incluidas en el proyecto de ley enviado por la presidencia de Biden al Congreso, que finalmente fue rechazado por la facción republicana en febrero, entre las que están el envío de 21 mil millones de dólares a la patrulla fronteriza para reforzar la seguridad en la zona, más de ocho mil millones de dólares para ampliar los centros de detención en la frontera y la conservación de la "expulsión acelerada" en el proceso migratorio.
La tensa animadversión republicana hacia el manejo de Biden se fundamenta en la presunta relación entre la crisis económica experimentada por un gran sector de la sociedad estadunidense y los históricos números en las entradas de personas en situación migratoria irregular al país.
El CBP ha recopilado más de 8 millones de "encuentros" con personas migrantes en la frontera sur del país entre enero de 2021 y julio de 2024, que aunque es lejano a los "21 millones" de ingresos irregulares alegados por Trump durante el debate presidencial, sí representan cifras récord en la historia moderna de Estados Unidos.
Para aminorar los cruces, el gobierno de Biden implementó una serie de controversiales políticas en sus cuatro años de mandato. Primero, el alargue en el uso del Título 42 hasta 2023, que le permitió a los oficiales de migración impulsar expulsiones automáticas de personas migrantes en la frontera sur, quienes fueron relegadas a territorio mexicano por meses para esperar por una cita con las autoridades migratorias.
Después, Biden impulsó un decreto que le da la facultad a las autoridades migratorias de negar la apertura de citas para optar por el asilo o refugio si la frontera sur se encuentra "sobrecargada". En junio, el presidente demócrata hizo necesario que las personas migrantes tengan que "plantear un temor creíble" a regresar a sus países, sin la necesidad de que las autoridades los cuestionen.
Durante la administración Biden no hubo un cambio sustancialmente positivo
Algunos expertos y activistas por la protección de los Derechos Humanos de las personas migrantes critican duramente la dualidad impulsada por Biden y defendida por Harris. En el discurso, hay un alejamiento radical de los discursos antiinmigrantes del trumpismo, pero en la práctica, la situación no es muy distinta.
"Si bien detuvo la retórica y las políticas hostiles de Trump, durante la administración Biden no hubo un cambio sustancialmente positivo que pudiera hablar de un panorama radicalmente drástico en beneficio de las personas migrantes en Estados Unidos", detalla Yrizar Barbosa, recordando que Harris viajó a Centroamérica para "detener el llamado 'efecto de llamada'", algo que resultó "insuficiente e innecesario".
El académico recalca que existe "algo de esperanza" en la candidata demócrata para que las políticas hacia las personas migrantes "sean menos hostiles", comparando su plataforma política con la de su rival electoral, abogando porque Harris pudiera implementar "una política migratoria menos inhumana, moderna y que de manera más sensible y sofisticada pudiera no nada más reconocer las causas estructurales de las migraciones forzadas y con alta vulnerabilidad, sino también los efectos y desafíos más inmediatos que requieren soluciones multilaterales", aunque reconoce que, en el panorama actual, se sabe complicado.
Trump amenaza con la "operación de deportación más grande en la historia del país"
Harris fue la cara visible de la política migratoria durante la administración Biden, viajando a Centro y Suramérica para abordar las causas de raíz de los flujos migratorios, empero, este papel protagonista le ha costado múltiples señalamientos de su adversario.
Donald Trump ha tachado a su adversaria como la "zar de la frontera" durante su debate televisado el 10 de septiembre, cargándole culpabilidad por los altos números de migrantes que cruzan la frontera de manera irregular, quienes, según el exmandatario, "envenenan la sangre" de Estados Unidos.
Bajo esa misma lógica, que recuerda a algunos de los momentos más dolorosos de la historia, el magnate neoyorquino impulsa una agenda abiertamente hostil contra la comunidad migrante.
Trump ha prometido restaurar algunas de las medidas más duras de su primer periodo presidencial, incluyendo la construcción del muro fronterizo con México, restricciones de viaje a ciudadanos nacionales de Estados con población musulmana, eliminar programas de residencia legal a personas procedentes de países en conflicto con Haití y Venezuela, invocar de nueva cuenta el Título 42 y reiniciar acuerdos de "tercer país seguro" con naciones aledañas.
Además, Trump se ha comprometido con su electorado a impulsar nuevas políticas para restringir la movilidad en el sur del país. Entre las más importantes figura la que ha sido descrita por el propio candidato como "la operación de deportación más grande en la historia de Estados Unidos".
¿Cómo? Con alrededor de 11 millones de personas que residen irregularmente en el país como objetivo principal, movilizando miles de soldados, policías y agentes migratorios para conseguirlo, otorgándole facultades a los últimos para llevar a cabo redadas en lugares de trabajo donde se sospeche que existen personas en situación irregular.
Para Yrizar Barbosa, otro periodo de Trump en la Casa Blanca representa "un riesgo y un peligro de regresar a políticas antiinmigrantes, de políticas racistas y xenofóbicas, políticas inhumanas, violentas y que siguen híper-politizando a las migraciones a partir de sembrar odio, división, rencor y miedos".
"Si el candidato presidencial republicano vence a Kamala Harris, podemos esperar un panorama hostil y agresivo en contra de las personas migrantes, especialmente de aquellas que son explotadas por tener documentos migratorios, poniendo en riesgo a millones de familias, de hombres, mujeres, niñas, niños, adolescentes y jóvenes", sentencia el académico mexicano, responsable del Programa Universitario en Migraciones de la Universidad Iberoamericana Puebla.
México, a la espera del 5 de noviembre
Mientras tanto, Ciudad de México espera pacientemente por el próximo líder, o lideresa, que comandará la política migratoria de su vecino por los próximos cuatro años.
Los comicios ocurrirán apenas un mes después de que la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, la primera en Norteamérica, haya tomado posesión de la silla presidencial el pasado 1 de octubre.
Durante el periodo de López Obrador al mando, el gobierno mexicano fue una pieza fundamental en la estrategia migratoria estadunidense.
México endureció la política de contención en su territorio, con el sureste mexicano funcionando como una “primera frontera” antes de alcanzar el cruce migratorio con Estados Unidos, al norte del país.
En los últimos meses, Palacio Nacional ha intensificado el programa de traslados y relocalizaciones de personas migrantes en situación irregular dentro de su territorio.
El gobierno de López Obrador ha impulsado el uso de autobuses para trasladar a los migrantes irregulares que esperan su turno para tener una cita con las autoridades migratorias estadunidenses y optar por la vía legal, que alcanzan unos 100 mil según grupos humanitarios que monitorean la situación en terreno azteca.
“Nos preocupamos mucho... de mantener a los migrantes en el sureste porque cruzar al norte es muy arriesgado", mencionó AMLO, en una conferencia de prensa el pasado 10 de junio de 2024.
Alrededor de 60 mil migrantes han sido devueltos desde el norte mexicano hasta estados sureños como Tabasco o Chiapas, en donde organizaciones de la sociedad civil han alertado sobre la exposición al crimen organizado y numerosas violaciones a los Derechos Humanos de parte de las mismas autoridades locales que los trasladan.
“Organizaciones de la sociedad civil han denunciado secuestros, abusos sexuales, tortura y extorsión cometidos por el crimen organizado y abusos por parte de funcionarios del INM y la Guardia Nacional contra personas que esperan una cita de CBP One en México”, se puede leer en una carta dirigida a López Obrador y al secretario de Estado estadunidense, Anthony Blinken, firmada por 60 organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional.
En México, la política migratoria se mueve desde el norte
La visible reducción de los flujos migratorios irregulares en el sur de Estados Unidos se explica tanto por el endurecimiento en las políticas de Washington, como en el trabajo de 'barrera' que realizan las autoridades mexicanas dentro de sus fronteras.
Un grifo que Ciudad de México abre y cierra, casi que, a displicencia, utilizando a las personas migrantes como fichas de negociación entre la Casa Blanca y Palacio Nacional.
Expertos vaticinan que, con la llegada de Sheinbaum, las dinámicas relativas a la migración y la negociación con Estados Unidos continuarán.
"Con la presidenta Sheinbaum no se anticipa que cambie el enfoque hacia las migraciones internacionales. Ella ha venido repitiendo discursivamente el tema de las causas estructurales de la administración de AMLO. Dudo que rompa la política de contención, pues ese potencial rompimiento vendría más bien desde Washington", añade Yrizar Barbosa en entrevista con France 24.
En medio del juego de tira y afloja entre Washington y Ciudad de México, en el centro de las tensiones por las elecciones quedan las personas que migran en la búsqueda de un potencial futuro en un entorno mejor.
Miles de personas migrantes, varadas en las calles mexicanas, dentro de una “estación migratoria”, o aguardando en Estados Unidos, esperan al 5 de noviembre con esperanzas de que sus planes no se vean ahogados en las urnas estadunidenses.
Con información de proceso.com.mx