El sábado 12 de octubre de 2024 pasará a la historia como uno de los días más tristes y ridículos de la historia nacional. A través de un sorteo, de una tómbola, el senado (así con minúscula), determinó que 464 personas magistradas de circuito y 386 personas juezas de distrito serán los participantes en la elección del año entrante. Ni el PAN, ni Movimiento Ciudadano participaron.
Las criticas han sido muchas. La reforma judicial y su procedimiento no termina por convencer a nadie pues es evidente que carece de todo el rigor profesional y jurídico que debería contener el documento que determinará la integración del Poder Judicial de nuestro país.
Si seguimos escribiendo en contra de la reforma judicial es porque sigue sorprendiendo. De alguna manera el error de todos los que nos hemos opuesto es que en el fondo seguimos pensando que, en determinado momento imperará la razón, pero hemos fallado pues no hemos sido capaces de comprender que es imposible pedir razón en quienes han sido tan irracionales como para tirar, derrumbar, el Poder Judicial mexicano.
El tombolazo judicial no es un triunfo del morenismo. Es un acto humillante principalmente para ellos mismos, que de paso arrastra al Poder Judicial y hunde nuestro país. Dicha reforma surge violentando el estado de derecho, de tal suerte que no es una reforma que cumpla con las formalidades para serlo, más bien es una reforma de hecho, válidamente podemos afirmar que se trata de un asalto al Poder Judicial.
Su motivación se encuentra en el rencor, en la vengaza, en la sed de poder. Se encuentra en el deseo de controlarlo todo y evitar frenos al ejercicio del gobierno. En Morena no entienden la división de poderes igual que nosotros no hemos entendido que ellos y sus gobiernos no se explican a través de un sistema democrático, pues simplemente no lo son, por eso ahora que tienen el poder, lo primero que hacen en derrumbar los cimientos en los que descansa la democracia de nuestro país.
Lo sucedido el sábado pasado, además de todo lo anterior, también acaba con la carrera judicial de cientos de profesionistas que se entregaron en cuerpo y alma a tarea de la impartición de justicia. La cantidad de trabajo que desahogan los juzgados federales es muchísima, la experiencia y nivel de conocimiento de estos profesionistas que se van no es fácilmente reemplazable. Ya nos iremos dando cuenta, por las malas, cuando las resoluciones carentes de la debida motivación y fundamentación nos inunden, cuando el atropello a los derechos humanos no sea reclamable a través del juicio de amparo y cuando no haya una revisión de los actos del Poder Ejecutivo que atenten contra nuestras libertades.
Ellos tienen la mayoría, pero no tienen la razón.
Lic. Francisco “Paco” Navarro