SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis. (apro)- A más de 24 horas de que sicarios que se transportaban en una motocicleta le arrebatan la vida a balazos al sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez, el obispo Rodrigo Aguilar Martínez dijo que las autoridades no han informado acerca de los avances en las investigaciones y tampoco si hay detenidos por el asesinato del presbítero: “Sólo dicen que van a trabajar y que no habrá impunidad”.
El prelado manifestó que la Iglesia católica espera del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, “una decidida actuación para restablecer la paz en el país, y desde luego en Chiapas. Esperamos que se decidan a intervenir para que haya paz”.
Aguilar Martínez describió como “terrible” el crimen del sacerdote Marcelo Pérez, el domingo por la mañana, cuando había terminado de oficiar misa de las 7 de la mañana, en la parroquia del barrio de Cuxtitali de San Cristóbal de las Casas.
Dijo que, a raíz del asesinato, no ha dejado de recibir mensajes de funcionarios que han prometido aplicar la ley en contra de los autores materiales e intelectuales. “Su muerte no puede quedar impune, pero ya Jesucristo anunció que el grano de trigo tiene que morir para dar fruto, para dar espiga.
“La vida del parte Marcelo ha terminado en lo humano, en lo terrenal, pero esperamos, tenemos la firme esperanza en Cristo Jesús, que dará vida plena. Que crecerá la paz en muchas personas que ya están en este momento recapacitando cómo comportarse más decididamente a favor de la paz”.
El cuerpo del presbítero, quien admiraba y era seguidor del trabajo pastoral del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero (ahora santo), asesinado en San Salvador cuando oficiaba una misa, fue llevado a San Andrés Larráinzar la noche del domingo para ser velado en la casa familiar, donde viven su mamá y su papá.
A las 9 y media de este lunes el féretro fue llevado en hombres por habitantes de la localidad de Los Altos de Chiapas, frente al templo de San Andrés Larráinzar para la celebración de una misa de cuerpo presente presidida por el obispo de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar Martínez y el cardenal emérito Felipe Arizmendi Esquivel.
El ataúd color madera fue cargado en hombros durante dos cuadras por familiares y amigos. Pasó frente a la antigua alcaldía oficial, ahora sede el municipio autónomo zapatista Sacamchén de los Pobres y frente al edificio en el que el 16 de febrero de 1996 se firmaron Los Acuerdos de San Andrés en materia de Derechos y Cultura Indígena, entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“Viva el padre Marcelo”; “Viva el padre Marcelo”, “justicia, justicia justicia”, corearon decenas de personas que acompañaron el recorrido de dos cuadras hasta el templete en el que se instaló el altar.
El cardenal emérito Felipe Arizmendi Esquivel hizo un llamado a las autoridades a que “vean una forma inteligente de cómo desarmar a esos grupos armados, que no estén esperando que la gente haga denuncias porque no lo hará, ya que se juega la vida. Lo importante es que vean con inteligencia qué hacer para desarticular, desarmar y eliminar a esos grupos. No queremos más violencia, pero sí que se desarmen esos grupos. Las estrategias no han funcionado”, dijo.
En conferencia de prensa, Arizmendi refirió que cuando llevaba dos años al frente de la diócesis, atestiguó la profesión de fe que hizo Marcelo Pérez Pérez, entonces de 25 años de edad. “Yo lo ordené sacerdote hace 22 años”. “Es un regalo de Dios. Un regalo también de los tsotsiles a la iglesia, a la diócesis y siempre fue un constructor de la paz”.
Acompañado del obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar Martínez, el cardenal expuso que no solo Chiapas está inmerso en una ola de violencia, sino todo el país. “Yo estoy viviendo ahora en Toluca. Yo lo estoy viviendo en carne propia, allá en mi pueblo, en la región sur del Estado de México. Allá la ventaja, entre comillas, que es una desventaja, es que es un solo cártel: La Familia Michoacana”.
Pero en el caso de Chiapas, hay varias organizaciones criminales que están inmersas en un conflicto que ha provocado el desplazamiento de personas, desapariciones y homicidios. “Cuando aquí se pelean carteles, se complican mucho más las cosas. En Chiapas siempre tuvimos problemas, como en todo México, pero en aquel tiempo era otra cosa. Ahora son otras situaciones que han cambiado”, comentó.
Agregó que “eso significa que en el país está en descomposición. Lamentablemente. Nuestro llamado a las autoridades es que vean la forma inteligente de desarmar a esos grupos armados aquí y allá. Que no estén esperando que la gente haga denuncia. La gente no va hacer denuncias porque se juegan la vida”, alertó.
En su opinión, lo que se debe hacer es instrumentar una estrategia para proceder al desarme de las organizaciones criminales. “Entonces aquí lo importante es que vean con inteligencia qué hacer para desarticular, desarmar, quitar, eliminar a estos grupos. No queremos más violencia. No. Pero sí que se desarmen estos grupos que están causando tanto daño en todas partes del país”.
Arizmendi Esquivel exaltó el trabajo del sacerdote Marcelo Pérez Pérez, que durante 22 años trabajó en comunidades de las regiones de Los Altos y Norte de Chiapas. “Un sacerdote extraordinario, muy fiel a la iglesia, fiel al magisterio de la iglesia, a la Palabra de Dios, fiel al pueblo. Servidor siempre fiel del pueblo. Inspirado por Jesucristo siempre”.
“Marcelo no quería que nadie, indígenas y mestizos, vivieran en la esclavitud de la marginación, la pobreza, el racismo y la exclusión que tantos hermanos sufren; que se pueda vivir otra vida mejor de paz, libertad y unidad”, dijo durante la misa de cuerpo presente celebrada en San Andrés Larráinzar, el pueblo natal del sacerdote tsotsil.
El también obispo emérito de San Cristóbal señaló que Marcelo “nunca se avergonzó de ser tsotsil, siempre llevó sus raíces en su corazón y por eso está aquí con su pueblo. Ustedes quisieron que no se quedara en la catedral de San Cristóbal, sino que esté aquí con su pueblo porque él es de su pueblo”.
Ante cientos de fieles que lloraban y oraban, aseguró que el sacerdote Marcelo fue “un regalo de los tsotsiles a la iglesia y a la diócesis; siempre fue un constructor de la paz. Dio siempre la vida por sus hermanos. Que su vida sea una ofrenda para Dios y traiga la paz y la justicia que tato necesitamos”.
Al dar la bendición al féretro, el cardenal, agregó: “Yo te ordené sacerdote hace 22 años y te mantuviste siempre fiel. Un buen sacerdote, hombre de oración y servicio al pueblo. Gracias Marcelo por tu entrega, generosidad, por todo lo que has hecho y eres para tu pueblo, para la iglesia y para todo el mundo. Que tu muerte no quede inútil, sino que dé muchos frutos como la muerte de Jesucristo”.
El cuerpo del padre Marcelo será velado una noche más en casa de sus padres, y el martes será sepultado en un espacio al lado del templo de San Andrés Larráinzar.
Con información de Proceso.