CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al guionista y director teatral y cinematográfico José Luis Solís Olivares (Monterrey, 1968) hay temas que no lo dejan en paz, como la masacre de 73 migrantes de diversos orígenes rumbo a Estados Unidos, en San Fernando, Tamaulipas, cometido por el cártel Los Zetas en agosto del 2010.
Entonces se propuso recrear una hora y cuarenta y cinco minutos de lo sucedido a estos migrantes antes de su exterminio, en la película de ficción La alberca de los nadies, protagonizada por la guatemalteca María Mercedes Coroy (Ixcanul, Malinche, Bel Canto, La Llorona y Black Panther: Wakanda forever) y el mexicano Danny Alex Bautista (Los Ángeles, de John Harper). El largometraje de 81 minutos, tras un amplio recorrido por más de treinta festivales nacionales e internacionales -donde recibió 34 premios-, se estrenó en México desde el día 14.
–¿Cómo fue que decidió llevar este suceso, que marcó un precedente en la historia global de las migraciones, a la pantalla grande? -se pregunta al director.
–Como guionista siempre trato de aproximarme a temas que hacen sentirme inerme, no podría decir que hasta llego a perder el sueño, pero existen tópicos que no me dejan en paz en varios ámbitos- En el caso de La alberca de los nadies fue algo que era para mi completamente inédito, atípico. Apenas se iba a cumplir el primer año donde la fractura social en el noreste se había declarado de súbito. Estamos hablando de que de diciembre del 2009 a enero del 2010 cambiaron por completo las cosas.
“Primero empecé a tener muchas inquietudes en cuanto a qué había sucedido. Nada más había setenta y cuatro, los setenta y tres ejecutados más el chico ecuatoriano que sobrevivió. ¿No había más gente?, ¿no había alguien más ahí que quería sobrevivir? Después surgió otro detonador: Todas las versiones oficiales eran completamente absurdas, contradictorias, y desde un principio tuve la visión de que la película debía ser en tiempo cinematográfico real, y partir de la premisa de que no sabía cómo iba a contar esto, pero sí sabía que iba a narrar qué sucedió una hora cuarenta y cinco minutos antes, al estar encerrados ahí en esa quinta, lugares que luego quedaron abandonados”.
Como muchos de estos casos, la impunidad y una falta de diligencia por parte de las autoridades mexicanas dio como resultado la espera de al menos una década para que 18 personas relacionadas recibieran una sentencia condenatoria. En este contexto, el realizador Solís Olivares creó el largometraje de ficción con el cual busca generar un acercamiento a los posibles hechos y vivencias que las y los migrantes tuvieron que afrontar para sobrevivir.
La historia se desarrolla alrededor de Anayeli (Coroy) y Alex (Bautista), dos migrantes indígenas que buscarán huir de sus captores con vida, aunque para ello tengan que poner a prueba sus propios valores.
“Después -sigue el cineasta-, mediante una investigación que empecé a hacer con periodistas, surguieron los huecos que no había forma de cubrir, y eso me llevó a otra investigación, donde empecé a descubrir los mecanismos de la migración y de cómo funcionaban estos lugares; desde un principio, entre más leía, estos son los modernos campos de concentración, pero alineados a un capitalismo gore, o un nuevo neoliberalismo del ser humano migrante, donde dejas de ser sujeto y pasas a ser objeto: ‘¿Cómo me sirves?, ¿de qué me sirves? Y si no, pues eres desechable como cualquier objeto’”.
Detalla con entusiasmo:
Entonces la película se convirtió en un largometraje de supervivencias de migrantes y acerca de la vulnerabilidad de la migración. Que si fuera nada más por la guerra contra el narco, pues ya hubiera desaparecido. Creo que hay una fractura social inclusive con implicaciones globales que no nos permiten como nación transitar a un modelo de mayor seguridad, y en el caso de los migrantes es todavía mucho más vulnerable… entonces desde ahí nace mi empatía, mi necesidad de poder contar esta historia.
–El secuestro de migrantes, ¿es la esclavitud moderna?
–Como decía, la transición del sujeto al objeto.La película no es ficción histórica. Yo también escribo ficción histórica, tengo guiones con nombres reales, pero nadie sabe qué pasó dos horas antes de esa masacre. Fue cuando me pregunté: ¿Qué principios éticos y morales estarías dispuesto a romper para sobrevivir? Esa fue la piedra de toque, en ese momento sabía que ya podía contar la historia a través de personajes, más allá de los hechos.
Otras interrogantes le surgieron:
“¿Cómo vemos realmente la migración?, ¿qué concepciones tenemos de los victimarios?, ¿qué concepciones tenemos de las víctimas? Desde el inició le comenté a la directora de casting, Morena González, que quería que todos los victimarios fueran actores de método o de academia y todos los migrantes en la cinta fueran migrantes verdaderos. Quien hace a la cocinera, Bety Macía, es una migrante verdadera del El Salvador que estuvo en una casa como esa. Verónica Andrés Jesús, quien recrea a Mirza, una prostututa, también es una migrante que se quedó a vivir en Nuevo León.
“Desde que escribía el guion vislumbro a Danny Bautista, quien fue migrante, él vivió el Sacramento, California, más de seis siete años y es completamente trilingüe: habla zapoteco, español e inglés. Y María Mercedes, por la naturaleza de su comunidad maya, tiene una gran vinculación con la migración. Ya que tenía estos perfiles empecé a escribir la historia de cuántos de mis principios -morales, éticos, religiosos- estoy dispuesto a traicionar porque quiero vivir, y nació La alberca de los nadies”.
Redondea:
“En la película se maneja la trata de personas, el comercio de personas, y qué me puede generar tu cuerpo para que haya ganancia. Ahí es donde empieza este concepto que llamo un nuevo neoliberalismo, y ahora le dicen el capitalismo gore. Es mejor: te desaparezco porque eres desechable”.
María Mercedes Coroy
La actriz guatemalteca (Santa María de Jesús, 1994) cuenta por Zoom a Proceso cómo se unió a la película:
“Llegó primero el casting. Pedimos el guion, y al leerlo, algo pasó, ya no me vi fuera de este proyecto. Era algo que me llamaba, quedé muy impactada con todo y más cuando me platicaron que está basada en hechos reales. Y justo realizaba una especie de entrevistas en el Altiplano de aquí de Guatemala con todos los migrantes, entonces yo traía muchas historias.
“Pensé: ‘Por algo ha de ser que me llega este guion que me impacta y se me hace muy familiar por todos los datos que había recaudado en el Altiplano de Guatemala’. Entonces, de todas las historias de mujeres, hombres, niños que fui recopilando antes, dije: ‘¡Qué fuerte!, ¡qué impactante!’, y había una energía, siempre trabajo de una manera muy energética. Además, me encanta la historia, y pues dije: ‘La hago’”.
Sobre su personaje menciona:
“Y Anayeli ya estaba ahí y decidimos tomarla. Anayeli ahí estaba diciéndome: acepta, intérpretame, hazlo... Y estaba esa conexión entre el personaje y mi persona. Fue algo muy bonito. Igual es una historia muy desgarradora, mas de alguna manera contribuimos a todos aquellos que se han ido de mojados y que han pasado todas estas situaciones y muchos no han sobrevivido.
“Yo describiría a Anayeli muy valiente, muy fuerte, decidida, pero además vulnerable. La vemos ahí en algunos momentos muy, muy frágil, muy pequeña ante toda la situación que está pasando. Entonces yo a Anayeli la concebí siendo guatemalteca, maya kaqchikel, quien ya había vivido un desplazamiento por el conflicto interno aquí en Guatemala y el papá la lleva al refugio de México, y ahí crece, y después los papás de Anayeli con Alex se relacionan. Anayeli es bilingüe y Alex zapoteco, entonces son como dos idiomas muy distintos que no se conocían, pero que era relindo porque cuando nació todo este romance entre ellos se comunicaban con la mirada y con algunos gestos. Entonces todos se dan cuenta que ellos se conocían”.
Y le procupa mucho el problema de la migración:
“La personas primero se arriesgan a ir a Estados Unidos y no los detengan porque son indocumentados, y segundo deben cuidarse en el camino para que no los secuestren. Es una una situación muy difícil. Y sigue creciendo la trata de personas. Es muy alarmante todo lo que pasa porque desde salir de casa también está el coyote que te lleva, pero si te pasa algo, él no te ayuda, te deja. Hay muchos riesgos”.
Antonio Trejo Sánchez
Más conocido por su apariciones en las series como Paramédicos, El César, Enemigo íntimo y Hernán, Antonio Trejo Sánchez (Pato en La alberca de los nadies) dice que lamentablemente la migración es algo vigente:
“Alex Bautista, el protagonista de la cinta, fue migrante. Es oaxaqueño y estuvo mucho tiempo en Estados Unidos y conoce muchas historias. Y Morena González y José Luis Solís encontraron que sería mejor contar la trama con actores naturales que tuvieran más bien una historia de migración.
“Sabía que mi personaje no es un héroe, es un sicario, y viéndolo desde afuera, es patético, pero al encarnarlo sabía que tenía necesidades muy primarias de socializar. Creo que la historia de Pato es que empezó a quedar bien con todos poco a poco por pertenecer, como todos en la adolescencia y en la pubertad, lo buscamos. Mi personaje perteneció a un círculo criminal y normalizó todas estas situaciones y estos modos. Igual busca poseer un puesto más alto, por crecer en la empresa del narco, y también porque no le quedaba de otra. Quiza de joven estaba en un barrio donde las oportunidades sociales se perdieron, no había apoyos para el deporte y las artes. Estonces, como en algunas ciudades del país, se vuelven halcones, que es el primer pasito hacia estar dentro de la ejecución de los crímenes mortales”.
Trejo Sánchez tuvo la oportunidad de ir a Oaxaca durante una semana para escuchar las voces del pueblo Santa Ana del Valle, del cual es oriundo Alex Bautista.
–¿Qué cree que pueda ofrecer esta historia?
–Hay mucha migración ahora desde Sudamérica. Incluso ahora que acaba de ganar de nuevo la presidencia Donald Trump, es un momento crucial para tener claro cuáles son los verdaderos factores de la migración, de dónde vienen, cuáles son las circunstancias que lo originan. Y esta película se siente muy violenta a pesar de que nunca vemos nada violento, es decir, toda la violencia sucede fuera de cuadro, pero es tan sonora y es una situación tan agobiante que probablemente imaginas la violencia como si la hubieras visto, como si estuviera retratada.
Concluye:
“Creo que es importante que, como público, como sociedad, hagamos empatía con las situaciones de la migración que tenemos fuera de la casa”.
Con información de proceso.com.mx