Según “el segundo piso de la 4T”, hay Plan A, B y C para enfrentar lo que, a partir de este sábado 1o. de febrero, está aplicando ya el gobierno de Donald Trump con el cobro del 25 por ciento de los aranceles a las importaciones mexicanas y canadienses, pues el mandatario estadounidese hizo realidad lo que hasta ayer el gobierno de Sheinbaum consideraba una balandronada para castigar "por su mal trato" tanto a México como a Canadá.
La respuesta en nuestro caso es la secuencia, lanzando “cortinas de humo” a la sociedad mexicana y a los sectores para minimizar y buscar bajar el nivel de impacto tan profundamente histórico en materia de economía y comercio internacional con la Unión Americana con la aplicación del 25% a los aranceles, porque según Marcelo Ebrard, este todólogo que sabe hasta hacer señales de tránsito si lo pusieran como encargado de vialidad, sostuvo en una de las “mañaneras del pueblo” que no va a haber ningún problema, porque el impacto de aplicar el arancel del 25% sería para el consumidor norteamericano y no para el mexicano, lo cual es totalmente falso y es una mentira por sus alcances, cínica, indolente e irresponsablemente en el daño económico y que puede resultar sin precedentes, pues vamos a suponer que si un productor en México hace una televisión y la vende en 200 dólares a Estados Unidos, la aplicación del arancel del 25% tendría que hacer que lo asumiera el productor; por lo tanto, ganaría 150 dólares, porque los 25 dólares restantes tendrían que ser pagados a la Reserva Federal, al tesoro, es decir, al Gobierno de los Estados Unidos, pero además hay otra ley del comercio natural que no tiene vuelta de hoja, pues si un consumidor en Estados Unidos ve una televisión con un costo muy alto tiene una diversidad de alternativas, ya que puede haber una televisión LG, Samsung, Heisen o de cualquier marca del mundo que se hagan en Vietnam y otros países, y que el tipo de arancel es diferente al que aplica ya Trump a México y Canadá.
Por lo tanto, esa televisión producida en otra nación a precio más bajo choca contra la lógica de que el producto de México incluya ese costo al aparato, porque simple y sencillamente estaría fuera de competencia, pero además, gigantes como Walmart o hasta de comercio electrónico, como Amazon, no lo permitirían.
¿Y qué va a pasar entonces en esa lógica simple de la economía?, pues que los productores automotrices, electrónicos, ganaderos y agrícolas, como en el caso del aguacate ahora que viene el Super Bowl, van a tener que absorber ese 25% de los aranceles y aplicarlos a su línea de costo de producción, pero no venderlo más caro, porque Estados Unidos en cualquier momento, como el caso icónico el aguacate, los puede suplir con importaciones de cualquier país del mundo, como puede ser Malasia.
Pero también, ojo con la contundencia con la que Trump dijo qué se puede producir en México que no se tenga ya hecho en los Estados Unidos, como diciendo no los necesitamos.
En este caso, entonces, es claro que el tema de los aranceles va a pegar e impactar históricamente a las áreas de producción y aquellas empresas que no se eficienten y sepan que tienen que absorber esta cantidad de pérdidas o de impacto negativo en sus costos, pues sencillamente tienen dos vías: o cuadran el efecto negativo o tienen que cerrar, y el perjuicio entonces sería mayor, porque caería en la parte social de la cantidad de desempleos que se provocarían a través del golpe arancelario que aplicará a partir de hoy Estados Unidos
Trump tiene muy claro en su análisis querer proteger al consumidor de Estados Unidos, pero también hay una carambola, porque si hay empresas que producen partes automotrices o motoras en México, tienen entonces que absorber ese 25% de aranceles, pues tendrían que tomar la decisión para evitar déficits en sus ingresos y egresos, que son gigantescos, y volver a un plan para repatriar esos capitales que hoy están en líneas de producción por ser más baratos en países en desarrollo, como es precisamente México.
Así, pues el efecto viene como una avalancha contra los productos hechos en México y las empresas, que ahora van a tener que asumir sí o sí el impacto.
Imaginemos nada más, en el caso de empresas locales, como Cementos de Chihuahua, que van a tener que pagar un arancel del 25%: ¿qué va a hacer esta empresa chihuahuense, que presume mucho de ser de calidad internacional y que muchos de sus productos los vende precisamente a la Unión Americana? ¿Qué es lo que va a suceder también con otras empresas de Chihuahua fuera de la industria maquiladora, que le venden a Estados Unidos en grandes cantidades, de tal forma que México ni más ni menos es el primer socio comercial de Estados Unidos en el mundo, superando otra vez al gigante chino?
Entonces, Estados Unidos no va por su consumidor americano, va por el mexicano y contra su gobierno, ahí parte del Gobierno de Morena, con su ridícula parte nacionalista de que no va a pasar nada y de su merolico secretario de Economía, Marcelo Ebrard, de que todo está fríamente calculado.
¿Qué pasará cuando empiecen los efectos a sentirse con el desempleo, el cierre de empresas o la disminución en las cadenas de producción? ¿Cuál va a ser entonces el plan A, B y C, si nada más se requiere de un solo plan, puesto que las cartas sobre la mesa están muy claras por parte de Donald Trump: aplicación del 25% de aranceles a los productos mexicanos, pero además que cierren el problema del fentanilo y que ataquen el problema del narcoterrorismo, como ahora están también y sospechosamente defendiendo hasta diplomáticamente el Gobierno de México en la ONU de que no se califique a los grupos delincuenciales como narcoterroristas.
Hasta allá llega la vergüenza de cómo el Gobierno de la 4T, empezando por López Obrador y siguiendo con Claudia Sheinbaum, defienden hasta la ignominia el tema de la delincuencia organizada.
No hay que olvidar que López Obrador los calificó de "seres humanos" y que habría que protegerlos como tales. Qué tal este rostro de México ante el mundo y qué va a pasar cuando los efectos de los aranceles golpeen a la economía mexicana, la cual sigue pasmada, sin moverse, pero tratando de disminuir o de simular los impactos que vengan de Estados Unidos en ese falso discurso patriótico o patriotero de que está por encima primero que nada nuestra soberanía, cuando no estamos hablando de eso ni de invasiones. Eso lo ha dejado muy claro Estados Unidos, a pesar de haber calificado a los grupos delincuenciales como narcoterroristas; estamos hablando de una pésima relación, de un desafío con un gigante, del cual dependemos en nuestra economía y desafortunadamente en muchísimo de nuestra vida en ese sector, y en ese sentido hay que persignarse entonces para ver las consecuencias y los impactos que vienen en este sentido a partir de hoy..
Adicional a lo dicho por Marcelo Ebrard, todo ese contexto es de un simplismo atroz. Para más detalles ilustrativos, si el televisor Samsung hecho en México vale 200 dólares, con arancel tendrá un costo de 250 dólares para Walmart USA como mayorista. El competidor LG de Japón lo vende en 200 sin arancel. Entonces, baja Samsung su precio s 150 para competir a 200, precio incluido con arancel, o no le compran y punto.
Con el petróleo, igual: se lo compran a Arabia a 80 dólares libres de impuesto en Houston, y si México quiere vender en EU tendrá que entregarlo a 55 más arancel, a 80, para competir.
Marcelo Ebrard se maneja bajo el supuesto erróneo de que es el único proveedor de EU y eso es estar en el papel de un abarrotero de quinta... aunque éste sí conoce la naturaleza del comercio...