Los aranceles no son buenos para el crecimiento, el empleo ni la inflación, sostuvo este jueves Agustín Carstens Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés).
Durante su participación en la Conferencia Chapultepec celebrada en México y organizada por el BIS, destacó que es difícil ver un caso en el que las tarifas arancelarias sean buenos instrumentos, ello, sin importar cuál sea la medida.
El ex gobernador del Banco de México (Banxico) mencionó que habrá que ver qué es lo que sigue, ya que en este momento es temprano para saber cuáles son los productos que tendrían aranceles, así como el tiempo y las condiciones que se pongan.
No obstante, señaló que la imposición tendría efectos en diversos sectores.
El sábado, 1 de febrero, el gobierno de Estados Unidos anunció oficialmente la imposición de aranceles de 25% a los productos mexicanos que ingresen a ese país. Sin embargo el lunes, la Presidenta Claudia Sheinbaum y Donald Trump, dieron a conocer que se acordó una pausa de un mes.
En su ponencia “Lecciones aprendidas y desafíos futuros para los bancos centrales de las Américas”, Carstens resaltó, por otra parte, que, pese a los esfuerzos en materia de política monetaria tras la pandemia por Covid-19, en gran parte del continente, la inflación se mantiene por encima de la meta, y el camino de regreso a la estabilidad de precios parece más accidentado que hace seis meses, sobre todo, debido a la mayor incertidumbre política.
“En los últimos años, los bancos centrales han sabido aprovechar su credibilidad acumulada para limitar el aumento de la inflación y reducirla a un coste relativamente bajo para la actividad económica. Sin embargo, para salvaguardar su credibilidad en el futuro, tienen que llevar a cabo su trabajo y cumplir sus mandatos”, dijo.
En este sentido, mencionó que uno de los desafíos que afectarán la conducción de la política monetaria en los próximos años es la incertidumbre política.
“La política comercial es el ejemplo más destacado, pero la evolución de la política fiscal, la regulación y la política de inmigración, también está abierta a muchas interrogantes en la actualidad. Además, el contexto geopolítico sigue siendo cambiante”, expuso.
Agregó que la incertidumbre generalizada sobre las políticas, afectará a los bancos centrales de varias maneras.
Otro desafío, consideró, es la elevada deuda pública y, en algunos países, las posiciones fiscales insostenibles.
“La deuda pública ya era elevada en gran parte del mundo antes de la pandemia de Covid-19. Ha seguido aumentando desde entonces, y el aumento de los déficits presupuestarios al comienzo de la pandemia aún no se han deshecho del todo”, apuntó.
De igual forma, señaló como otros desafíos la divergencia internacional y el lento crecimiento de la productividad en la mayoría de los países de América, excepto en Estados Unidos.
El gerente general del BIS refirió que, frente a estos desafíos, los bancos centrales tienen la tarea de garantizar que la estabilidad de precios esté fuera de toda duda.
“Al hacerlo, pueden ayudar a eliminar una fuente potencialmente desestabilizadora de incertidumbre política”, dijo.
Carstens expresó que, ante estos escenarios, los bancos centrales tendrán que mantenerse alertas, estar en sintonía con los acontecimientos recientes, y preparados para actuar con firmeza y decisión cuando sea necesario.
“La banca central no es un jugo de suma cero. Una inflación superior a la meta o un bajo crecimiento en un país no beneficia a otros, sino que les dificulta la vida. Esto significa que hay un margen significativo para la cooperación. Será mucho más fácil enfrentar los desafíos del mañana juntos que solos”, puntualizó.
Con información de El Economista.