A su regreso a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump afirmó que impulsará una severa campaña de deportación masiva de migrantes ilegales, sin embargo, para los especialistas, hay un trasfondo detrás de lo dicho más allá de las acciones.
Por ejemplo, Eduardo González, profesor de Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, explicó que existen varios factores a analizar como parte de la propuesta de Trump para reforzar la deportación de migrantes ilegales, tal como lo prometió en campaña y como reafirmó en su toma de protesta el pasado 20 de enero. Dijo, el Gobierno de EU tiene principalmente una capacidad administrativa, no solo para detener a las personas migrantes, sino también para procesar su deportación, pues no hay, por ahora, personal ni recursos suficientes para hacerlo.
“Todo indica que, en este momento, Estados Unidos no tiene el personal suficiente para llevar a cabo las redadas, como se llevaron a cabo en su momento, en épocas de Barack Obama, por ejemplo, donde los oficiales entraban a las fábricas empacadoras de carne, a los campos de cultivo, a las escuelas, por lo cual en este momento no están pudiéndolo llevar a cabo”, comentó el especialista.
Dijo, también, existe el factor en el cual el miedo que ha generado el discurso de Donald Trump ha motivado a que las personas migrantes que viven en EU sin un estatus legal les ha llevado a evitar salir, por ahora, disminuyendo así las posibilidades del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) de dar con su paradero.
“Esto se comenzó a denunciar desde la semana pasada, las personas migrantes han comenzado a cambiar sus estilos de vida. Han comenzado a faltar a las escuelas, no están llevando a los hijos; están faltando a los centros de trabajo, a los mismos centros comerciales. Están estableciendo estrategias en grupos donde analizan quién o quiénes tienen algún permiso migratorio o papeles para que hagan la despensa del resto. Por eso es que los Wal-Mart parecen de repente medio vacíos. No es que estén dejando de comer, sino que mandan a la persona que tenga un estatus legal a surtir al resto, y esto ya había sido visto, por ejemplo, en 2009 en Carolina del Norte, donde ya me había tocado observarlo”, dijo Eduardo González.
Y otro elemento, señaló el académico, radica en que, aún con las amenazas de Trump y del “zar de la frontera” -Tom Homan- las denominadas “ciudades santuario”, como Chicago, Los Ángeles, Atlanta o Raleigh; no han colaborado con las autoridades estadounidenses, tanto para poner a disposición a su personal para realizar las búsquedas y detención de migrantes, como desde las empresas, quienes han protegido a sus trabajadores.
Explicó, se tiene analizado que para que Donald Trump pueda llegar a cumplir su promesa de deportar a un millón de personas al año, haría un gasto de alrededor de 80 mil millones de dólares en contrataciones y gastos operativos. “Pero para eso, en primer lugar, tiene que ver de dónde los obtiene, y segundo, que se los apruebe el Congreso”, añadió.
“En el discurso Trump sigue él con la idea de que vamos a deportar a un millón de personas, pero en los hechos, por ahora, las cifras revelan que no está llegando a los números que él quisiera”, dijo el especialista.
Añadió que en este sentido, será necesario esperar a los meses de mayo y junio para analizar cómo avanza la política, pudiendo haber ampliado sus capacidades, no solo del personal que se requiere para ello, incluyendo a los jueces de migración, que se encuentran actualmente saturados, así como una ampliación de recursos monetarios.
Por su parte, Miguel Sigala, especialista del Centro de Estudios de América del Norte de la Universidad de Guadalajara (UdeG), comentó que otro de los factores por los cuales se han visto números más bajos a los esperados es porque a final de cuentas, Estados Unidos reconoce que existe un déficit de trabajadores en industrias y sectores clave que históricamente han sido para los latinos, por lo que, reforzar las deportaciones agravaría la crisis, ya que son espacios que no suelen ser ocupados por la población norteamericana.
Consideró que más allá de las cifras, que no han despegado como lo prometió, se encuentra el hecho de que la amenaza de una migración masiva es más una estrategia de presión y de negociación agresiva para conseguir sus objetivos y fines personales y de Gobierno.
“Si me preguntan si considero que la batalla está ganada o si ya no nos tenemos que preocupar, la respuesta es no, pues tenemos que prepararnos para cuatro años de un constante golpeteo donde los temas de la política bilateral, como la migración, el narcotráfico, el crimen organizado, la cooperación, comercio, serán eventualmente usados como una herramienta agresiva de negociación”, señaló el académico.
Esto porque ya comenzó a utilizar como un triunfo el que México hubiera enviado tropas con miles de militares a la frontera de Estados Unidos, que al final reivindican su poder en un sentido político al interior de Estados Unidos.
“De esta forma, Trump obtiene mayor legitimidad, porque aparentemente cumple sus promesas, porque hay un momento exacerbado de nacionalismo y supremacismo blanco en Estados Unidos, porque toca fibras sensibles como imponer la ley y el orden a través de la remoción de inmigrantes que llegaron ilegítimamente a los Estados Unidos. Es una estrategia muy completa que le está funcionando y que le va a seguir funcionando, aunque no se reflejen los números, siempre y cuando él sepa vender bien sus acciones ante el público norteamericano”, afirmó Miguel Sigala.
Con información de Informador.mx