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Pérdida de agrobiodiversidad en el campo mexicano

• Como consumidores hay que crear conciencia de la problemática, además de favorecer la compra y consumo de productos agrícolas nacionales, aseveró Elena Lazos Chavero

Factores como la siembra con semillas híbridas, transición de policultivos (en los que varias especies comparten el mismo suelo) a monocultivos en grandes terrenos, uso de herbicidas con la consecuente erosión del suelo y recientemente el cambio climático, son algunas de las principales amenazas al campo mexicano, consideró la investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Elena Lazos Chavero.

También lo afectan la falta de políticas públicas adecuadas que consideren aspectos sociales, ambientales, económicos y políticos, a fin de apoyar la agrobiodiversidad y a los pequeños productores, lo que implica coordinar elementos agroalimentarios a partir de la producción, consumo, medio ambiente, así como de bienestar y de salud.

La bióloga, maestra en antropología social y doctora en socioeconomía del desarrollo recordó que México es centro de origen del maíz, del que existen 64 razas, 59 de las cuales se pueden considerar nativas de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

Sin embargo, son pocas las que se encuentran en el mercado, pese a que la variabilidad corresponde a condiciones geográficas y climáticas distintas.

“Hay algunos maíces, como los utilizados para hacer tortillas azules o rosas, que hoy en día se consideran en la gastronomía gourmet y tienen precios más elevados; pero lo importante es fomentar el autoconsumo entre los pequeños productores y los consumidores nacionales para ayudar al campo”, enfatizó.

En el caso del jitomate, que en épocas prehispánicas fue cultivado por los aztecas, en la actualidad encontramos en el mercado casi exclusivamente los de tipo “saladet”, mientras que el característico “bola” es cada vez más escaso, añadió.

También se prefieren las manzanas grandes y brillantes, con frecuencia enceradas, que provienen de Chile y Estados Unidos, en vez de las pequeñas que se producen en diversas regiones de México como Chihuahua, Coahuila y Puebla.

Además, los agroquímicos han terminado con lo que llamaron “hierba mala”, aunque se trate de plantas silvestres apreciadas en nuestra comida como la familia de quelites.

Lazos Chavero explicó que esta homogeneización de frutas y verduras en el mercado afecta gravemente la agrobiodiversidad, pues se pierde la riqueza y variabilidad de semillas y especies de alimentos, mientras se minimiza la oferta.

“Como consumidores es necesario crear conciencia de la problemática del campo, favorecer la compra y consumo de los productos agrícolas propios”, subrayó.

Variabilidad climática

La especialista abundó que a las crisis continuas por las que pasa el agro nacional se agrega un nuevo factor: el cambio climático, que ocasiona variabilidad y afecta los cultivos.

“Actualmente hay sequías más profundas y prolongadas, las lluvias son irregulares y ocurren con variantes en los meses tradicionales. Por ejemplo, la canícula sucedía en agosto y este año ocurrió en junio y julio, afectando las cosechas”, argumentó.

La variabilidad climática provoca también más huracanes, situación que vuelve cada vez más vulnerables a los pequeños y medianos agricultores, quienes pierden su inversión, incluso la tierra, refirió la experta.

Lazos Chavero ha participado en alternativas comunitarias como las economías solidarias, las cuales buscan un mercado que remunere de manera justa y ofrezca prosperidad a las y los trabajadores del campo, además de fomentar que los grandes consumidores de las ciudades adquieran productos nacionales.

Otra posibilidad para rescatar la variabilidad de especies es continuar con el almacenamiento de semillas, que se guardan con sus beneficios genéticos para nuevos cultivos. Este esfuerzo lo realizan numerosas familias campesinas, pero hace falta un esfuerzo gubernamental mayor que apoye la propuesta, finalizó.


 

Tips al momento

Avanza el gusano barrenador del ganado

De llamar la atención el primer caso de gusano barrenador del ganado en humanos. Este fue detectado en una mujer, mayor de edad, residente el municipio de Acacoyagua, en el estado de Chiapas.

Luego que fuera alertada la presencia de ganado del gusano barrenador del ganado, el pasado 21 de noviembre de 2024, en un lote de ganado introducido de contrabando; ahora, se conoce la primera afectación a una persona, por parte de esta mosca que deposita sus huevecillos en heridas y cuyas posteriores larvas devoran el tejido vivo.

Incluso, hay información que habla de que habría hasta ocho personas afectadas por esta plaga, en siete estados de nuestro país, así que lo anterior pone en evidencia, la gravedad de su presencia , luego de que fue introducida desde Guatemala, por la falta de controles sanitarios y legales adecuados en la frontera Sur de nuestro país.

También, lo anterior muestra que la plaga se está expandiendo, pese a la campaña en su contra con mosca esterilizada, lo que al parecer no es suficiente dada su presencia en varias entidades del país como son Chiapas, Tabasco y Campeche, en donde ya se han tenido reportes de casos.

Hay quienes dicen que, si esto sucede ya con humanos, habrá que imaginar lo que ocurre, por ejemplo, con la fauna, que no está exenta del ataque de esta plaga, especies a las que no hay manera de atender como es el caso del ganado u otros animales domésticos.

Así, esta plaga se está expandiendo y que,  pese a no estar presente en el norte del país, ya causó grandes pérdidas económicas a los ganaderos exportadores de becerro en pie, como es Chihuahua, que por la detección de esta mosca en Chiapas, Estados Unidos cerró su frontera a la comercialización de ganado por casi tres meses. Comentan que, urgen mayores medidas de control, como puede ser entre otras, el cierre de la frontera Sur, algo que han pedido de manera insistente los productores pecuarios.

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