“En los albores de la creación, tu Espíritu se cernió sobre la faz de las aguas, dando de este modo a la propia sustancia del agua el poder de santificar. Incluso en el diluvio presagiaste la regeneración y el Bautismo para que, hoy como entonces, el agua indique el fin del pecado y el comienzo de una nueva vida”.1
El valor del agua en la Iglesia está presente en toda su espiritualidad y simbología. La tenemos presente en el Sacramento del Bautismo: “Jesús le contestó: En verdad te digo el que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5), la usamos en la bendición de personas y objetos como sacramental, pero especialmente es fuente de vida, ya que ella nos permite la vida, se estima que un ser humano en promedio moriría antes de 4 días sin haber bebido agua.
No es nuevo, por tanto, que la iglesia en México se haya expresado en favor del agua, los obispos de la Pastoral Social en el 2003 en un mensaje titulado El Agua como Fuente de Vida, indicaban que: Urge recuperar el simbolismo del agua viva como don de Dios. En el momento actual, ante la tendencia de la mercantilización y privatización de los recursos naturales, incluida el agua, es necesario hacer notar el carácter de gratuidad. El don es un regalo, es gratuito; nada puede ser más profético hoy como resaltar que la vida y los elementos de la naturaleza son un don de Dios, porque son sus criaturas. El sentido de regalo, de gratuidad, tiene que ser una buena noticia para el pueblo en general y una denuncia para detener la voracidad de las empresas que pretenden privatizar el vital líquido y los recursos naturales.
A 22 años de este mensaje la urgencia expresada no solo se actualiza, sino que cobra más apremio, el acceso al agua se ha vuelto uno de los problemas más comunes en la mayoría de las familias mexicanas. Ya no es extraño escuchar, donde el agua se distribuye por tuberías, que no está disponible todo el día o todos los días cuando antes sí lo estaba, qué gran tragedia podemos ver en las comunidades donde el agua potable se distribuye mediante pipas, encareciendo su acceso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el ser humano necesita al menos 100 litros de agua por día para desarrollar su vida de forma digna, saludable y adecuada, indica también que menos de 50 litros al día podría poner en riesgo el bienestar de una persona.
Sin embargo, La Comisión Nacional del Agua indica que en las principales ciudades de México el consumo promedio de agua por persona es de 380 litros al día. Esto es más del triple que recomienda la OMS.
Esta agua se gasta en lo personal, dice el organismo, 40% en el inodoro, 30% al bañarse, 15% se usa en la lavadora, 5% se usa en el lavabo y 5% se usa en la preparación de alimentos. Tendríamos también que reflexionar el uso del agua en la industria donde se usa el 76% en la industria agrícola y 10% en otro tipo de industrias o generación de la electricidad.
El agua es un bien para todos y al mismo tiempo un derecho, nadie puede sobrevivir sin ella y por esa razón no puede ser privatizada, condicionada u ofertada de forma discrecional al mejor postor. Todos tenemos responsabilidad de su cuidado y uso responsable. Nadie tiene derecho de contaminarla o usar los ríos como vertederos para que estos se lleven nuestros desechos personales e industriales. El ser humano no puede atentar contra sí mismo ni atentar contra los bienes de la naturaleza, Creación de Dios. El papa Francisco nos recuerda “no dejar a nadie atrás”, que significa comprometernos para acabar con esta injusticia. El acceso a este bien es un derecho humano fundamental, que debe respetarse pues está en juego la vida de las personas y su misma dignidad (cf. Laudato si’, 30).
Como iglesia y como cristianos necesitamos poner nuestra acción pastoral al cuidado de la casa común y en especial de todos los cuerpos de agua: los ríos, los humedales, los lagos, los océanos, el agua dulce y salada. Agradezco el testimonio de miles de cristianos que están, con su trabajo y testimonio, recuperando fuentes de agua, limpiando ríos, cambiando a baños secos, implementando biodigestores para el tratamiento de aguas residuales, instalando filtros de agua en sus viviendas, captando el agua de lluvia para usarla y filtrarla nuevamente a la tierra, los que reflexionan y oran con otros por reconocer el valor del agua, especialmente los pueblos originarios que tienen un gran testimonio en este tema. Los grandes industriales tienen que hacer los mismo, todos necesitamos hacer un compromiso serio.
Por eso animo a todos a sumarse a la iniciativa de la Red Eclesial Ecológica Mesoamericana, REMAM México, que lanza la Campaña Agua Fuente de Vida por poner este tema en la conversación de todos, por recoger las experiencias de muchas personas que están haciendo el bien, por discutir modelos comunitarios de gestión del agua y en lo posible por animar modelos de ley para asegurar que el agua sea un derecho para todos.
Deseo con mi mensaje recordar a San Francisco de Asís en su Cántico de las Criaturas: “Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta”.
ORACIÓN DE SAN PAULO VI PARA PEDIR LA LLUVIA
Dios Padre Nuestro, Señor del cielo y de la tierra. Tú eres para nosotros; existencia, energía y vida. Tú has creado al hombre a tu imagen y semejanza, para que con su trabajo, haga fructificar las riquezas de la tierra, colaborando así a tu creación. Somos conscientes de nuestra miseria y debilidad. Nada podemos sin Ti. Tú, Padre Bueno, que haces brillar el sol sobre todos y haces caer la lluvia, ten compasión de cuanto sufren durante la sequía en estos días. Escucha con bondad las oraciones que tu Iglesia te dirige con confianza, como escuchaste las súplicas del Profeta Elías, que intercedía a favor de su Pueblo. Haz que caiga del cielo sobre la tierra árida, la lluvia tan deseada, para que renazcan los frutos y se salven los hombres y los animales. Que la lluvia sea para nosotros el signo de tu gracia y bendición. Así, confortados por tu misericordia, te rendimos gracias por todo don de la tierra y del cielo, con que tu espíritu satisfaga nuestra sed. Por Jesucristo, Tu Hijo, que nos ha revelado tu amor, Fuente de Agua Viva que brota hasta la vida eterna. R. Amén.
1 Aqua Fons Vitae (2020). Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Numeral 2