En México, las primeras organizaciones de búsqueda de personas desaparecidas surgieron en las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado, principalmente relacionados con víctimas de la llamada Guerra Sucia. Actualmente prácticamente en todas las entidades del país hay gente buscando hombres y mujeres que no han regresado a sus hogares.
De acuerdo con Aranzazú Ayala Martínez, integrante de A dónde van los desaparecidos, es difícil saber cuántas organizaciones de personas buscadoras hay en el país.
Tan solo el Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos aglutina alrededor de 200 organizaciones y el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM), más de 80.
Alejandra Guillén, académica del ITESO, refiere que en 1974 se creó en Jalisco el primer Comité de Familiares en Defensa de los Presos Políticos. En 1977 se alió con Rosario Ibarra de Piedra y las madres de desaparecidos de todo el país del Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México. Participaron en la primera huelga de hambre en 1978 en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
“Así comienza una historia de búsqueda que continúa en estos días y a la que se han sumado miles de familias que quieren encontrar a sus seres queridos”, cuenta en el número 450 de la Revista Magis que edita el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).
Ayala Martínez refiere que una de las primeras organizaciones de familiares y amigos de personas desaparecidas que surgió en el presente siglo fue Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, (Fundec).
Entre sus integrantes se encuentra Diana Iris García, madre de Daniel Cantú Iris, desaparecido hace 18 años en Ramos Arizpe.
En 2011, cuando surgió el movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia, se formaron tres caravanas de víctimas que manifestaron su indignación por la violencia que ocurría ya desde entonces en diversas regiones del país. “Fue cuando esas organizaciones de buscadores se empiezan a conocer y reconocer entre ellas”, explica.
Entre las decenas de madres que han salido a las calles a buscar a sus hijos y a exigir justicia se encuentra María Herrera, una comerciante originaria de Pajacuarán, Michoacán, que tiene ocho hijos, de los cuales cuatro están desaparecidos. Dos desaparecen en Guerrero y dos en Veracruz cuando buscaban a los primeros dos.
El trabajo de Doña Mari, como la conocen, ha sido reconocido porque ha llevado la exigencia de buscar a personas a autoridades de distintos niveles de gobierno. Se lo ha dicho directamente a los expresidentes Enrique Peña y Felipe Calderón, por ejemplo.
La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ocurrida en 2014 fue un parteaguas en la lucha de estas personas, por el grado de exposición de esos hechos.
“El caso Ayotzinapa hizo que los casos de desaparición forzada de personas en México ya no pudieran ignorarse”, recalca Ayala Martínez.
Luego de ese episodio, varios colectivos fundaron la Brigada Nacional de Búsqueda, el primer movimiento buscador a escala nacional, una red de colectivos de diversas regiones del país y posteriormente se fundó el Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos.
A los esfuerzos del universo de organizaciones de personas buscadoras se han sumado organizaciones sociales que tienen como causas la defensa de derechos humanos, así como universidades, entre otros colectivos.
El común denominador de sus organizaciones es que buscan a quienes faltan, que es una tarea del gobierno, pero que no ha hecho lo suficiente para encontrarlas ni para que dejen de desaparecer en suelo mexicano.
Con información de: El economista.